"Teatro de la guerra. Campamento Paso Pucú. [Correspondencia de La Tribuna]"
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
22-04-1868
Título/Asunto
"Teatro de la guerra. Campamento Paso Pucú. [Correspondencia de La Tribuna]"
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado en La Tribuna el 22 de abril de 1868, nro. 4265, p. 2, columna 3. Sección: “Teatro de la guerra”. Con fecha del 18 de abril y la firma de Tourlourou (seudónimo). Tercer aniversario de la guerra. Breve repaso histórico de sus inicios. Narra una operación nocturna de las fuerzas brasileñas, con elogios sarcásticos para el marqués de Caxias. Hace referencia a sueños propios sobre la guerra que parecen cumplirse. El nudo de la guerra se halla donde sea que esté Solano López. Sostiene que el objetivo debe ser ocupar Chaco, y no Humaitá. Reclama a los cajistas de La Tribuna por modificar su envío del 4 de abril.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Tourlourou (Seudónimo de Lucio V. Mansilla)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
TEATRO DE LA GUERRA.
Campamento Paso Pucú
Abril 18 de 1868.
[CORRESPONDENCIA DE LA TRIBUNA.]
En la historia antigua y moderna que conozco,
difícil me parece hallar muchos génios militares
mas activos y fecundos que el Marqués de Ca-
xias. Verdad es que las historias que yo he leido
han sido todas muy mal escritas; al menos asi
me parecia á mi. Seria efecto sin duda de que
las leí siendo estudiante, teniendo que tradu-
cirlas del latin con el auxilio del diccionario,
tarea arto monótona y fastidiosa, capaz de ha-
cerle á uno incípido hasta el exelso estilo de
Tácito y Montesquieu.
Enfin, el público, que es el juez, juzgará,
oyendo el relato de los últimos acontecimientos,
que acaban de tener lugar alrededor de las
trincheras de Humaitá.
Era el aniversario de esta guerra famosa, el
tercer aniversario, como quien no dice nada, es
decir, el 16 de Abril del año del Señor de 1868.
El lector recordará que la guerra se inició
apresando los paraguayos dos vaporcitos que la
República Argentina tenía en Corrientes.
La alianza se hizo entonces, los ejércitos se
aprestaron, marcharon, y de victoria en victo-
ria llegaron hasta las puertas del formidable al-
cázar de Lopez, hablando en lenguaje elevado
para, lo cual me pinto solo.
Es sabido, como huyó aquel miserable fanfar-
ron, como abandonó sus líneas avanzadas, des-
pues de habernos estado engañando, el muy be-
llaco, con cañones de palo. Es sabido las habilísi-
mas maniobras, ataques y simulacros de asalto
que se hicieron para obtener tan inesperado
cuanto importante resultado. Es sabido que el
11 de este mes se hizo un reconocimiento, que á
no ser la prudencia y la astucia que caracteri-
zan al Marques de Caxias Dios sabe lo que nos
cuesta!
Que objeto tiene esta operacion? se pregunta-
ban los curiosos; los que incapaces de concebir
una idea son archi-incapaces de aplaudir con
alma y vida una inspiracion.
Menguados! viven codeándose con el génio y
no aciertan á medir su talla homérica, titánica,
mitolójica.
Iba diciendo, ó iba á decir, que despues del
reconocimiento, demostracion, salva óbombar-
deo del Sábado Santo se hizo la esploracion de
una laguna, que cubre la izquierda de Humai-
tá; que en seguida se estableció un reducto
avanzado á mucho menos de medio tiro de ca-
ñon del enemigo, y que con este motivo, circu-
laron los rumores menos pacíficos, las versiones
mas singulares.
Razon tenian los que auguraban algo estraor-
dinario, nunca visto todavía, estupendo, porque
el Marqués encubaba una idea, que condensada
no cabria, no digo en el huevo de un avestruz en
el de un epyornys maximus, de Madagascar,
cuyo huevo es cuatro veces mayor que el del
condor, lo que quiero decir que puede contener
diez litros.
Llegó por fin la noche del 16 de Abril. Overe
magna nox! Es un latin de fogon, que impro-
viso en un rato de entusiasmo, pensando en lo
acontecido, que vale tanto como si en romance
se dijera: oh noche verdaderamente grande!
Tronó el cañón rementinamente, haciendo
que el ejército sacudiera su pereza, saliendo del
pacifico sueño en que yacía.
Cundió la alarma helando mas de cuatro co-
razones, entre ellos el mío.
Pero cesando luego los cañonazos, cesó el pa-
vor.
Alabado sea Dios, dijeron mas de cuatro, en-
tre ellos yo. Creimos que eran los paraguayos
que nos habían sorprendido. Gato escaldado hu-
ye del fuego.
Que ha sido, que ha sido, era el éco que reso-
naba en todos los rumbos de la rosa de los vien-
tos.
Como saberlo de noche. Vaya una hora para
averiguar noticias en un ejército aliado.
Al dia siguiente se supo todo, con todos sus
detalles, circunstancas é insidentes, gracias á
la natural curiosidad de uno de los generales,
que deseando salir de la duda, escribió al Mar-
ques de Caxias preguntándole que habia habido.
Nada! contestó el Marqués, ha sido un bom-
bardeo nocturno que ordené para inquietar al
enemigo.
Que modestia! Que rasgo verdaderamente
antiguo! Nada! y hemos creido que el enemigo
nos sorprendia.
Pues si nosotros que somos los que hemos he-
cho el fuego nos hemos sobrecojido como lo dejo
descrito, que no le sucedería al enemigo que lo
recibió!
Con razon al dia siguiente á la hora de la
descubierta aullaban como perros los muy bár-
baros, haciéndonos burla, dicen algunos, mas
barbaros que ellos aun, no comprendiendo que
eran los gritos de espanto causados por el ca-
ñoneo que duraba todavia!
Para todo hay gente en un ejército. Hasta
para sostener que el modo de alarmar al enemi-
go de noche no es á cañonazos sino escopeteán-
dolo, avanzando sus guardias, aproximándose
á sus líneas. Ignorantes!
Ellos se imaginan que el arte debe quedar
estacionario, que la ciencia es una rutina. Pe-
dantes! Ellos no van mas allá de sus narices.
No son capaces de producir una idea que quepa
en un huevo de pica-flor, y quieren abarcar la
magnitud de una que no cabia en el de un epy-
yornis maximus.
Entre qué gentes estamos y á donde vamos
así? Vade retro! Caterva impertinente de re-
clutas sin esperiencia, charlatanes audaces que
hallarias que criticar en las combinaciones mas
brillantes de César y Napoleon.
Estais empeñados en que los paraguayos son
unos héroes. Y suponiendo que lo fueran que
importaría? Recordad el dicho de aquel famo-
so General de la antiguedad: “mas vale un
“ejército de carneros mandado por un leon,
“que un ejército de leones mandado por
“carnero.”
Con la mania de disertar, se me iban que-
dando en blanco una porcion de noticias. Termi-
no pues, haciendo notar que se ha realizado mi
ultimo sueño. Soñé que el Marqués de Caxias,
cual leon de las batallas, rumeaba una gran
idea, y el cañoneo del 16 me dá razon. Que se
dirá ahora?
Ha salido tambien cierto el otro sueño que
tuve. Los paraguayos llegando hasta Pedro
Gonzalez, arrebataron de allí al capitan Silva,
—que se nos pasó el 24 de Mayo,—junto con
otros mas y algun ganado. Se dice que fueron
perseguidos, que matamos algunos, rescatando
tres de los apresados y el ganado. Es posible.
Los detalles que del suceso se dan son estos.
Diaz vivia prevenido; á pesar de sus precau-
ciones, diez paraguayos se emboscaron en la
Iglesia permaneciendo ocultos un dia entero, y
saliendo de noche lo tomaron dormido junto con
sus compañeros.
Es posible tambien.
Las demas noticias las reservo para cuando
haya telegráfo eléctrico. Cuando lleguen ya no
tendrán interés porque serán muy viejas, tal
es la actividad que reina en el ejército aliado, y
la pasmosa rapidez con que se precipitan los
sucesos. La prueba que antes de ayer hicieron
tres años de la guerra. Como se va el tiempo!
En mi carta del 4 ofrecí que si despues de
madurar la inspiracion de asaltar á Humaitá
se resolvia llevarla á cabo daria mi opinion
sobre el resultado y consecuencias del hecho.
Pero careciendo aun de los datos de que enton.
ces carecia, tengo que diferir todavia el juicio
ofrecido y que insistir en lo dicho á la sazon.
Humaitá es una carnada, estarla mordiendo
con todo el ejército es una gran falta militar.
Es hacer lo que el enemigo quiere.
El nudo gordiano de la guerra, escapado Lo-
pez con el grueso de su ejército, no está en
Humaitá, está donde se halla Lopez con su
ejército, está en el interior.
La suerte de Humaitá, no depende de un
asalto, operacion dudosa y peligrosa, por muy
bien dirijida que sea, por muy intrépidamente
ejecutada que sea.
La suerte de Humaitá está en el Chaco. Ocu-
pemos el Chaco, y Humaytá caerá el dia que
sus guarniciones agotan sus provisiones.
Para que una plaza se rinda es necesario cer-
rarle la puerta. Humaitá tiene la suya abierta.
Estamos cansados de decirlo.
Dejar, pues, ocho ó diez mil hombros aquí
en observacion de los defensores de Humaitá;
pasar con cuatro ó seis al Chaco, y con veinte
y cinco ó treinta mil que nos sobrarian marchar
sobre Lopez, —hé ahí lo que la ciencia y la si-
tuacion de los beligerantes aconsejan.
Lo contrario es la vida perdurable.
Siguiendo como hasta aquí no hay prevision
humana que pueda anticiparse á los sucesos.
Sucederá todo menos lo que se desea, la ter-
minacion de la guerra.
Sigue el chucho. Por lo demas el estado sa-
nitario es bueno en general.
Tourlourou.
P.P.—Quiero prevenir al público, que no
conozco ningun general, que se llame Alaulfo
de San Martin, y que un chusco, que será al-
gun cajista sin duda, me hace decir el otro dia
en mi carta del 4, “Tribuna” del 8, que los
maestros del arte como Vauban, Ataulfo de San
Martin, Carmontaigue y Niel etc.
No tengo el honor de saber quien es ese Ge-
neral Ataulfo de San Martin, ni conozco sus
campañas ni sus obras. Hecha esta salvedad,
ruego á los cajistas que me corrigan mejor y
que no embromen.
Tourlourou.
Campamento Paso Pucú
Abril 18 de 1868.
[CORRESPONDENCIA DE LA TRIBUNA.]
En la historia antigua y moderna que conozco,
difícil me parece hallar muchos génios militares
mas activos y fecundos que el Marqués de Ca-
xias. Verdad es que las historias que yo he leido
han sido todas muy mal escritas; al menos asi
me parecia á mi. Seria efecto sin duda de que
las leí siendo estudiante, teniendo que tradu-
cirlas del latin con el auxilio del diccionario,
tarea arto monótona y fastidiosa, capaz de ha-
cerle á uno incípido hasta el exelso estilo de
Tácito y Montesquieu.
Enfin, el público, que es el juez, juzgará,
oyendo el relato de los últimos acontecimientos,
que acaban de tener lugar alrededor de las
trincheras de Humaitá.
Era el aniversario de esta guerra famosa, el
tercer aniversario, como quien no dice nada, es
decir, el 16 de Abril del año del Señor de 1868.
El lector recordará que la guerra se inició
apresando los paraguayos dos vaporcitos que la
República Argentina tenía en Corrientes.
La alianza se hizo entonces, los ejércitos se
aprestaron, marcharon, y de victoria en victo-
ria llegaron hasta las puertas del formidable al-
cázar de Lopez, hablando en lenguaje elevado
para, lo cual me pinto solo.
Es sabido, como huyó aquel miserable fanfar-
ron, como abandonó sus líneas avanzadas, des-
pues de habernos estado engañando, el muy be-
llaco, con cañones de palo. Es sabido las habilísi-
mas maniobras, ataques y simulacros de asalto
que se hicieron para obtener tan inesperado
cuanto importante resultado. Es sabido que el
11 de este mes se hizo un reconocimiento, que á
no ser la prudencia y la astucia que caracteri-
zan al Marques de Caxias Dios sabe lo que nos
cuesta!
Que objeto tiene esta operacion? se pregunta-
ban los curiosos; los que incapaces de concebir
una idea son archi-incapaces de aplaudir con
alma y vida una inspiracion.
Menguados! viven codeándose con el génio y
no aciertan á medir su talla homérica, titánica,
mitolójica.
Iba diciendo, ó iba á decir, que despues del
reconocimiento, demostracion, salva óbombar-
deo del Sábado Santo se hizo la esploracion de
una laguna, que cubre la izquierda de Humai-
tá; que en seguida se estableció un reducto
avanzado á mucho menos de medio tiro de ca-
ñon del enemigo, y que con este motivo, circu-
laron los rumores menos pacíficos, las versiones
mas singulares.
Razon tenian los que auguraban algo estraor-
dinario, nunca visto todavía, estupendo, porque
el Marqués encubaba una idea, que condensada
no cabria, no digo en el huevo de un avestruz en
el de un epyornys maximus, de Madagascar,
cuyo huevo es cuatro veces mayor que el del
condor, lo que quiero decir que puede contener
diez litros.
Llegó por fin la noche del 16 de Abril. Overe
magna nox! Es un latin de fogon, que impro-
viso en un rato de entusiasmo, pensando en lo
acontecido, que vale tanto como si en romance
se dijera: oh noche verdaderamente grande!
Tronó el cañón rementinamente, haciendo
que el ejército sacudiera su pereza, saliendo del
pacifico sueño en que yacía.
Cundió la alarma helando mas de cuatro co-
razones, entre ellos el mío.
Pero cesando luego los cañonazos, cesó el pa-
vor.
Alabado sea Dios, dijeron mas de cuatro, en-
tre ellos yo. Creimos que eran los paraguayos
que nos habían sorprendido. Gato escaldado hu-
ye del fuego.
Que ha sido, que ha sido, era el éco que reso-
naba en todos los rumbos de la rosa de los vien-
tos.
Como saberlo de noche. Vaya una hora para
averiguar noticias en un ejército aliado.
Al dia siguiente se supo todo, con todos sus
detalles, circunstancas é insidentes, gracias á
la natural curiosidad de uno de los generales,
que deseando salir de la duda, escribió al Mar-
ques de Caxias preguntándole que habia habido.
Nada! contestó el Marqués, ha sido un bom-
bardeo nocturno que ordené para inquietar al
enemigo.
Que modestia! Que rasgo verdaderamente
antiguo! Nada! y hemos creido que el enemigo
nos sorprendia.
Pues si nosotros que somos los que hemos he-
cho el fuego nos hemos sobrecojido como lo dejo
descrito, que no le sucedería al enemigo que lo
recibió!
Con razon al dia siguiente á la hora de la
descubierta aullaban como perros los muy bár-
baros, haciéndonos burla, dicen algunos, mas
barbaros que ellos aun, no comprendiendo que
eran los gritos de espanto causados por el ca-
ñoneo que duraba todavia!
Para todo hay gente en un ejército. Hasta
para sostener que el modo de alarmar al enemi-
go de noche no es á cañonazos sino escopeteán-
dolo, avanzando sus guardias, aproximándose
á sus líneas. Ignorantes!
Ellos se imaginan que el arte debe quedar
estacionario, que la ciencia es una rutina. Pe-
dantes! Ellos no van mas allá de sus narices.
No son capaces de producir una idea que quepa
en un huevo de pica-flor, y quieren abarcar la
magnitud de una que no cabia en el de un epy-
yornis maximus.
Entre qué gentes estamos y á donde vamos
así? Vade retro! Caterva impertinente de re-
clutas sin esperiencia, charlatanes audaces que
hallarias que criticar en las combinaciones mas
brillantes de César y Napoleon.
Estais empeñados en que los paraguayos son
unos héroes. Y suponiendo que lo fueran que
importaría? Recordad el dicho de aquel famo-
so General de la antiguedad: “mas vale un
“ejército de carneros mandado por un leon,
“que un ejército de leones mandado por
“carnero.”
Con la mania de disertar, se me iban que-
dando en blanco una porcion de noticias. Termi-
no pues, haciendo notar que se ha realizado mi
ultimo sueño. Soñé que el Marqués de Caxias,
cual leon de las batallas, rumeaba una gran
idea, y el cañoneo del 16 me dá razon. Que se
dirá ahora?
Ha salido tambien cierto el otro sueño que
tuve. Los paraguayos llegando hasta Pedro
Gonzalez, arrebataron de allí al capitan Silva,
—que se nos pasó el 24 de Mayo,—junto con
otros mas y algun ganado. Se dice que fueron
perseguidos, que matamos algunos, rescatando
tres de los apresados y el ganado. Es posible.
Los detalles que del suceso se dan son estos.
Diaz vivia prevenido; á pesar de sus precau-
ciones, diez paraguayos se emboscaron en la
Iglesia permaneciendo ocultos un dia entero, y
saliendo de noche lo tomaron dormido junto con
sus compañeros.
Es posible tambien.
Las demas noticias las reservo para cuando
haya telegráfo eléctrico. Cuando lleguen ya no
tendrán interés porque serán muy viejas, tal
es la actividad que reina en el ejército aliado, y
la pasmosa rapidez con que se precipitan los
sucesos. La prueba que antes de ayer hicieron
tres años de la guerra. Como se va el tiempo!
En mi carta del 4 ofrecí que si despues de
madurar la inspiracion de asaltar á Humaitá
se resolvia llevarla á cabo daria mi opinion
sobre el resultado y consecuencias del hecho.
Pero careciendo aun de los datos de que enton.
ces carecia, tengo que diferir todavia el juicio
ofrecido y que insistir en lo dicho á la sazon.
Humaitá es una carnada, estarla mordiendo
con todo el ejército es una gran falta militar.
Es hacer lo que el enemigo quiere.
El nudo gordiano de la guerra, escapado Lo-
pez con el grueso de su ejército, no está en
Humaitá, está donde se halla Lopez con su
ejército, está en el interior.
La suerte de Humaitá, no depende de un
asalto, operacion dudosa y peligrosa, por muy
bien dirijida que sea, por muy intrépidamente
ejecutada que sea.
La suerte de Humaitá está en el Chaco. Ocu-
pemos el Chaco, y Humaytá caerá el dia que
sus guarniciones agotan sus provisiones.
Para que una plaza se rinda es necesario cer-
rarle la puerta. Humaitá tiene la suya abierta.
Estamos cansados de decirlo.
Dejar, pues, ocho ó diez mil hombros aquí
en observacion de los defensores de Humaitá;
pasar con cuatro ó seis al Chaco, y con veinte
y cinco ó treinta mil que nos sobrarian marchar
sobre Lopez, —hé ahí lo que la ciencia y la si-
tuacion de los beligerantes aconsejan.
Lo contrario es la vida perdurable.
Siguiendo como hasta aquí no hay prevision
humana que pueda anticiparse á los sucesos.
Sucederá todo menos lo que se desea, la ter-
minacion de la guerra.
Sigue el chucho. Por lo demas el estado sa-
nitario es bueno en general.
Tourlourou.
P.P.—Quiero prevenir al público, que no
conozco ningun general, que se llame Alaulfo
de San Martin, y que un chusco, que será al-
gun cajista sin duda, me hace decir el otro dia
en mi carta del 4, “Tribuna” del 8, que los
maestros del arte como Vauban, Ataulfo de San
Martin, Carmontaigue y Niel etc.
No tengo el honor de saber quien es ese Ge-
neral Ataulfo de San Martin, ni conozco sus
campañas ni sus obras. Hecha esta salvedad,
ruego á los cajistas que me corrigan mejor y
que no embromen.
Tourlourou.
Fecha válida
1868-04-22