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Vida Moderna

Aparecida en noviembre de 1900 en Montevideo, bajo la dirección de Raúl Montero Bustamante y Rafael Alberto Palomeque, Vida Moderna se presenta, según lo manifiesta la editorial del primer número, como respuesta a la necesidad de reactivar la vida espiritual del país, “inutilizada” en los últimos años por la política “en la que se han agotado estérilmente tantas energías” y “tantas inteligencias”, y también como una publicación que “aspira a ser el reflejo de las modernas ideas” y que, “encausada en la corriente del progreso”, recoja producciones de la intelectualidad uruguaya y también de los “eminentes” hombres de ciencia, literatos, estadistas extranjeros que aspiren “al engrandecimiento de las naciones americana”. A modo de síntesis, en este mismo editorial, la Dirección define su “difícil misión” con las siguientes palabras: “crear un ambiente propicio a las manifestaciones de la inteligencia humana, estimular a ésta en bien de los ideales modernos, alentarla en sus progresos, fomentar el amor a la lectura seria, al estudio, a lo que deja sano semento en el espíritu, concentrar la atención pública sobre lo útil, sobre lo sano, sobre lo justo, en una palabra, contribuir, en la esfera de sus facultades al progreso y al adelanto de la cultura intelectual; a esos fines convergirán todos nuestros esfuerzos”. Tal como lo indica el subtítulo, la revista se ocupará de “Historia, Ciencias, Artes, Letras”, incluida la ciencia utilitaria y las Artes aplicadas a la industria, con el propósito de que “ el artista, el literato, el poeta, el simple desocupado, el industrial y el artesano” encuentren “algo útil” que “responda á una necesidad de la vida ó del espíritu”. En su primera época, la revista se extendió hasta el número 34 publicado en setiembre de 1903. Según Juan E. Pivel Devoto, los once tomos de Vida Moderna, “promovieron [con un criterio universal] un resurgimiento cultural del país, cuya inquietud y fisonomía espiritual está reflejada en la diversidad de ensayos y colaboraciones recogidas en las entregas cuatrimestrales que constituyen hoy el testimonio de una época, en la que fue editado un conjunto de obras que pone de manifiesto un señalado interés por el conocimiento del pasado uruguayo.” (“La Revista Histórica. Su aporte a la cultura nacional. 1907 - 1977’’. Revista Histórica, a. LXXI, diciembre de 1977).
 
Mansilla colaboró con la revista en 1901, con dos artículos enviados desde Berlín, mientras se desempeñaba como Ministro Plenipotenciario de la República Argentina en Alemania. Los artículos se recogen por primera vez en esta Colección. Por sus temas y su estilo, un tanto alejado del tono característico de sus causeries aunque no del todo ajeno a su mirada política habitual, los artículos son claramente los de un diplomático puesto a analizar y difundir la idiosincrasia del país en que se desempeña y a formular, para “los observadores europeos”, un análisis político de las causas de los males que padece su país de origen. Las columnas de “Diario de un expatriado”, publicadas en El Diario también durante su función diplomática en Alemania, se habían interrumpido en enero de 1901. Sandra Contreras.
 

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