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"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de La Tribuna)"

Item

Código de referencia

AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000

Fechas

30-10-1867

Título/Asunto

"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de La Tribuna)"

Nombre de publicación/Lugar

La Tribuna - Buenos Aires

Alcance y Contenido

Artículo publicado en La Tribuna el 30 de octubre de 1867, nro. 4124, p. 1, columna 5. Sección: “Teatro de la guerra”. Con fecha del 24 de octubre y la firma de Tourlourou (seudónimo). Semana de victorias aliadas en varios frentes. Vuelve a destacar la negativa de los paraguayos a rendirse, incluso cuando enfrentan una muerte segura. Refiere la historia del capitán Vera y el teniente Formigue, ambos muertos por causa de haberse desafiado mutuamente a dar pruebas de valor en combate. Llegan órdenes a propósito de las familias que emigran de la región en conflicto. Comentarios acerca de los nuevos prisioneros y de la información que proporcionan. Continúan disminuyendo los casos de cólera en el ejército. Respuesta a un diario que tildó de “alarmista” su preocupación por la enfermedad.

Idioma

Español

Firma /Seudónimo

Tourlourou (Seudónimo de Lucio V. Mansilla)

Nivel de descripción

UD Simple

Volumen y Soporte

1 ejemplar - Digital

Tipología documental

Artículo

Nombre del creador

PIP Mansilla

Nota de investigación

Existencia y localización de originales

Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"

Transcripción

Teatro de la guerra

Campamento Tuyú Cué
Octubre 24 de 1967

(Correspondencia de La Tribuna)

Esta semana ha sido tan fecunda como fue esteril la pasada.
El ejército aliado ha sido feliz en la derecha, en la izquierda y en el interior del país.
En la derecha una formidable columna de caballería, 4000 hombres, montada en caballos de primer orden atacó al enemigo en la mañana del día 21 y lo derrotó completamente.
Los brasileros se movieron en 4 columnas de 1000 hombres más o menos cada una de ellas, y atacando impetuosamente las guardias y paquetes avanzados del enemigo cayeron sobre sus reservas, acuchillándolas en todas direcciones.
Los paraguayos serían 1200.
La superioridad del número, la superioridad d las cabalgaduras, la superioridad de las armas, (hay regimientos brasileros armados de rifles de siete tiros que se cargan por la culatra, Sistema Spenser) permite creer sin dificultad, que esta vez, como la anterior, la mortandad ha debido ser espantosa, tanto más espantosa, cuanto que como siempre los paraguayos han peleado con ese valor fanático de que solo hay ejemplo en las guerras de religión, como la guerra de 30 años, en la que la demencia de Gustavo Adolfgo contrasta tan visiblemente con los caracteres violentos y sombríos de Wallestein y Tilli.
Tres episodios darán la medida del templo de estos pobres paraguayos.
Persiguiendo mi regimiento, al borde una laguna circular por fuerzas superiores, vio que otra columna le salía por el frente costeando también la laguna; hace alto, medio regimiento dio vuelta y carga a las fuerzas que lo perseguían, la otra mitad gira a la izquierda y se echa en la laguna con el intento de salirle por la cola a la columna que lo atacaba por el frente, trabándose un combate encarnizado en el que los brasileros no lanceraron y sablearon más porque se estorbaban unos a los otros. Setenta paraguayos que quedaron dentro de la laguna, que era pequeña, exhortados a rendirse, se negaron a hacerlo y sucumbieron todos.
Un paraguayo rodeado por 20 brasileros peleó en retirada a pie cuadra y media acercándose a un estero, y una vez cerca de él echóse al agua como un pez: fue necesario matarlo, porque sino se escapaba.
Un capitán brasilero que intercedía en favor de un grupo de heridos, que se negaba a rendirse fue muerto por los mismos que quería salvar.
Las columnas brasileras avanzaron hasta tiro de cañón de Hamaita, que hizo fuego con precipitación, protegiendo la retirada de los pocos dispersos que a pie y a caballo buscaban salvación y asilo dentro de las trincheras, llegando algunas fuerzas hasta cerca del paso Tayí; y para que no quede duda de que el valor por excelencia de Lopez es el valor de hacer matar sus soldados, todavía cuando se retiraban vencedores los brasileros, salieron 300 hombres de la trinchera y desplegaron una guerrilla.
Jefes argentinos autorizados que han recorrido el campo de batalla aseguran que el enemigo ha dejado tenidos unos 500 muertos. Los prisioneros son 140, entre ellos 80 heridos. Hay también algunos oficiales prisioneros, algunos sanos y otros heridos.
Se han tomado algunos estandartes.
Las pérdidas brasileras son insignificantes.
Casi al mismo tiempo que este combate tenía lugar por la derecha los regimientos argentinos San Martín y 3 de caballería atacaban las guardias paraguayas acuchillándolos hasta sus reservas. Mi batallón estaba de avanzada y pude ver claramente lo que pasaba.
Desgraciadamente, el mayor Martinez, que mandaba el San Martín, por hallarse el comandante Alvares en Corrientes convaleciendo de sus heridas, llevado por la fogosidad de su carácter, se anticipó al movimiento del 3º y comprometió la operación, luchando con fuerzas superiores y dando tres cargas en las que fue vencedor y vencido a la vez.
Con la primera y segunda hubo entrevero. En la tercera el enemigo viendo de reserva al 3º nos cedió el terreno hasta quedar a tiro de metralla de sus trincheras, y no se movió sobre el San Martín sino cuando este se puso en retirada, recogiendo sus muertos y heridos bajo la protección de una guerrilla.
Nuestra retirada se hizo al tranco a pesar de los fuegos de la batería angular del enemigo que hizo trece disparos muy malos, cuatro reventaron en la boca, dos cayeron a retaguardia de su misma caballería y de los restantes solo una bomba estalló entre nuestra columna, sin conmoverla siquiera.
Esta operación fue dirigida en persona por el coronel Vidal, llevando de ayudante de órdenes al mayor Millán.
Los escuadrones de operación que mandaba el mayor Martinez eran dos, y el coronel Vidal iba a la cabeza de otro que amenazaba un flanco al enemigo.
Nuestras pérdidas son sensibles. Tenemos que lamentar la muerte del capitán Vera, del teniente Formigue y del alferez Martines: están heridos el capitán Cabrera, el teniente Diaz y el alferez Diaz. De tropa hemos tenido tres muertos y catorce heridos.
La pérdida del capitán Vera y del teniente Formigue es tanto más lamentable cuanto que es debida a una disputa que habían tenido días antes.
Comían juntos y como el capitán pusiera en duda el valor del teniente y este el del capitán se convidaron para el primer combate, y entre saltado ha sido que cargando los dos treinta pasos a vanguardia de sus escuadrones, los dos murieron simultáneamente víctimas de su amor propio y de su arrojo.
En este combate en el que oficiales verídicos calculan las pérdidas del enemigo en siete oficiales y setenta de tropa muertos, han tenido lugar dos episodios que merecen mentarse.
El capitán Morales, hombre de más cincuenta años y un soldado paraguayo lucharon brazo a brazo como dos héroes antiguos, sucumbiendo el paraguayo después de haber estado abrazado un largo rato con su adversario, que por una rara casualidad salió ileso.
El porta-estandarte Martinez rodeado en el entrevero por diez enemigos salvó gloriosamente nuestra bandera, debiendo su vida a que los Paraguayos más que herirlo o ultimarlo se empeñaban en arrebatarle la enseña confiada a su bravura.
El Regimiento San Martín, esta vez como tantas otras, ha dado pruebas de una gran disciplina y de un gran valor. Los que lo hemos visto a simple vista cargar el gran galope tres veces, entreverarse dos y retirarse paso a paso cumplimos con el deber de saludar en él por el nombre que lleva la gloriosa memoria de nuestros antepasados.
La sableada que el enemigo llevó por este lado fue tan recia que recién al día siguiente se atrevió a ocupar sus posiciones abandonadas enarbolando de nuevo su primer mangrullo de observación, que había sido derribado.
Mientras nuestra derecha y nuestra izquierda eran el teatro de los sucesos que acabo de referir una pequeña partida, 60 hombres de argentinos y orientales al mando del Mayor Coronado penetraban en el interior llegando hasta Guazucúa, 10 leguas de aquí, tomando treinta prisioneros, entre ellos al Juez de Paz de dicha villa a quien sorprendió en paños menores junto con el comandante militar de Tacuaras, que por asuntos del servicio se hallaba allí, tomando cien cabezas de ganado vacuno, treinta caballos y una multitud de papeles curiosos. Hay entre estos varias órdenes referentes al abandono del país que ha decretado Lopez y que revelan la gran miseria y escasez que reina en él.
En una de dichas órdenes reglamentando el modo de racionar las familias que emigran, por supuesto que con ganados de propiedad particular, se encomiendo que no se desperdicie ni la _sangre_ de las reses que se carnean, remitiendo el cuero y el sebo a Humaitá.
Tanto en Guazucúa como en Tacauaras ya no hay población femenil; todo el mundo se ha reconcentrado sobre Caapucú, donde existen varias familias argentinas de las arrebatadas de Corrientes, todo está desierto, y las órdenes son, que si avanzamos sobre Caapucú siga la emigración, hacia el interior, arreando las familias cuando pasemos y quedando en las villa un número determinado de vecinos urbanos y activos.
Hay entre estos prisioneros algunos de un candor primitivo. Hoy he visto a uno de ellos que se encontró con su padrino, detenerse a cierta distancia de él, unir las manos en actitud religiosa y no darle los buenos días sino después que hubo rezado en alta voz, y _coram populo_ por decirlo así, el _bendito_. El padrino que era un viejo ochentón le oyó con esa frialdad característica del paraguayo, dándole solemnemente la bendición.
Me han referido que habiendo dicho otro paraguayo que Lopez les había echado una proclama, diciéndoles, que mientras montara su _caballo blanco_ no había nación de la tierra que lo venciera, alguien le preguntó, si ese caballo tenía virtud y que enconjiéndose de hombros el pobre diablo contestó, _-quien sabe pues!_.
He ahí es _quien sabe pues_, pronunciado con más aire de convicción que de duda daguerrotipado el gobierno de Lopez en el Paraguay!
Dicen estos pasados que en el Pilar hay 700 infantes, de los cuales una pequeña parte está en tierra y el resto a bordo de dos vapores; que siguen introduciendo ganado a Humaitá y algunos aseguran que el paso Tayí está ocupado.
Tenemos prisionero al hijo del famoso alférez Boado, y el no menos célebre alférez Vera se le escapó al mayor Coronado a una de buen caballo.
Tuvimos días pasados un parlamentario conduciendo despachos para el Agente Francés en el Plata. Dicen los que hablaron con él que entre su comitiva venía un teniente como de catorce años, que por su parte, su traje y las atenciones de que era objeto, debía ser el hijo de Lopez y de Ma. Linch. El rapaz estuvo echando plantas, que nadie contestó. Insistió sobre todo en lo guapo que eran los paraguayos. Si los hijos se parecen a sus padres, no hay duda que el tenientito debe ser hijo de Lopez, pues como una gota de agua se parece a otra gota, así él se parece a su padre en lo fanfarrón.
Reina más animación en el ejército, habiendo disminuido considerablemente el cólera, pues son contados los casos que ocurren.
A propósito del cólera, leo en un diario de esa encabezadas con su correspondiente retintín estas líneas:
“Desde que el cólera perdió entre nuestro ejército su carácter epidémico; antes de aparecer entre nosotros en Abril del corriente año, los casos que en él han ocurrido no pasan de 40 a 50, lo que no es de extrañar, si se tiene presente las condiciones higiénicas de un ejército en campaña y lo que es mucho más, que esa enfermedad se vuelve endémica en todos los puntos en que aparece.
La mayor parte de los casos han ocurrido en el batallón al mando del Comandante Giribone y los inteligentes aseveraron que a ello da margen el sistema de alimentos que siguen los que componen farináceos, que no siempre son de la mejor calidad.
Como el primer párrafo está contestado con las dos estadísticas de los hospitales que he agregado a mis dos cartas anteriores, excuso sinceramente del cargo de alarmista que me ha sido fulminado llamándome también pretencioso y me doy por aludido a título de corresponsal porque la filípica reza con todos los de mi jaez. Pero no puedo prescindir de contestar lo que se refiere al batallón del Comandante Giribone.
No es exacto que la mayor parte de los casos hayan ocurrido en el referido batallón que _estaba y está_ a rancho. La mayor parte de los casos han ocurrido en el 12 de línea _que no estaba a rancho_ cuando estalló la peste y que ahora _lo está_, aunque la tropa tomaba siempre caldo a la diana.
Es una puerilidad atribuir el desarrollo del cólera o sus estragos al rancho, a los farináceos.
Las causas eficientes que lo producen son hasta ahora un misterio aún para los hombres más famosos de la ciencia médica, y en materia de epidemias en los Ejércitos casi todo es fenomenal.
Todos los tratados de higiene militar dicen que para campar se debe elegir un terreno seco algo elevado y con declive.
Bien pues, todo el mundo sabe en el ejército que el 12 de linea está campado en una lengua de tierra más elevada y con más declive que el terreno que ocupan los demás batallones, en un lugar mucho más seco, en un punto de cuyo lado soplan los vientos que se llevan las emanaciones paludiarias, que es otra circunstancia a que no se debe atender cuando se campa; todo el mundo sabe que el 12 de Línea está aislado por decirlo así; como lo está el 9, que ocupa un terreno más alto todavía, todo el mundo sabe que el 12 de línea y el 9 comían la misma carne, la misma galleta, etc, etc. , que los otros batallones.
Porque pues el 9 ha tenido más casos de cólera que el primero de Guardias Nacionales por ejemplo, y el 12 de línea que_no estaba de rancho_ más casos que el batallón del comandante Giribone, unos casos y más muertos, siendo mucho más chico, pues este Batallón solo ha tenido 38 defunciones y el 12 de línea 39 de tropa, 3 oficiales 4 mujeres y 1 niño?
Expliquese este misterio.
Otra observación más.
La compañía de Granaderos y la 1ª del 12 de línea ocupan el punto más alto del campo, son las dos compañías que distan más del Estero que circunda la 2da línea del Ejército; la compañía de cazadores, que es siempre una compañía de diablos, y en la que la Policía es más difícil, ocupa el punto más bajo y está más cerca del Estero. Bien pues, en que consiste que la compañía de Granaderos ha tenido 21 coléricos, otras tantas la 1ª y los diablos cazadores solo 3.
Expliquese este misterio.
Afirman los médicos que el abuso de las bebidas espirituosas es fatal para el cólera. Bien pues, ningún borracho del 12 de línea ha muerto.
Explíquese este misterio.
No sé lo que pasa en Europa, ni lo que ha pasado en Buenos Aires durante la epidemia. Pero aquí he observado en el 12 de línea que ningún negro, ni mulatto en el que ha predominado más la sangre africana que la blanca se ha observado; todo el que ha sido atacado ha muerto, inclusive un muchcacho de 8 años.
Expliquese el misterio, por lo que negándole al Comandante Giribone una justicia que merece, que atiende como es debido su batallón; quieren explicar sus bajas por el rancho.
Lo respeto, es pueril por no decir maligna, la explicación del fenómeno que se ha dado.
No hay que cansarse, nadie sabe que produce el cólera, y lo único cierto y positivo que puede decirse es que la diarrea y la disentería que predispone a él traen su origen de la falta de verduras. Por eso los franceses de Crimea recurrieron a una yerba silvestre llamada _diente de León o amargon_ y no pudiendo abastecer al ejército de verduras frescas se las enviaron conservadas, es decir, secadas al aire rarificado.
La carne descansada y en mediocres condiciones de gordura es sin duda un excelente alimento. Pero la carne que ha estado comiendo el ejército, porque hay que conducirla desde muy lejos, carece de las condiciones higiénicas y alimenticias requeridas, porque es una verdad que se demuestra por la química que cuanto más flaco el animal menos aceite carbónico contiene, y es sabido que sin gas carbónico no hay vida, que las plantas son las que lo exhalan y que en un herbiraz flaco es siempre indigesto.
Si las asociaciones filantrópicas que se han fundado en Buenos Aires, ya que no envían drogas, vinos y demás, pudiesen enviarnos alguna verdura nos rendirían un gran servicio, precaviéndonos hasta cierto punto contra el terrible flagelo que algunos opinan nos visitará en el verano.
Hace días que no oigo el cañón de la escuadra. Supongo que estará en el Río Paraguay. No me consta que haya recibido orden de regresar a las aguas de Brasil.
Se dice que el General en Jefe del ejército aliado ha dirigido al marqués de Caxias una extensa y notable _memoria_ en la que hay cargos gravísimas contra la escuadra.
Puede ser. Es tela en que hay que cortar y no poco.
Tourlourou.

Fecha válida

1867-10-30