"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de "LA TRIBUNA".)"
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
21-09-1867
Título/Asunto
"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de "LA TRIBUNA".)"
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado en La Tribuna el 21 de septiembre de 1867, p. 2, columna 1. Sección: “Teatro de la guerra”. Con fecha del 14 de septiembre y la firma de Tourlourou (seudónimo). Información obtenida de un prisionero acerca de la posición y estado del enemigo. Cifras de soldados y monturas del bando aliado y posible plan de acción de las tropas brasileñas. Rumores indican que podrían llegar diez mil refuerzos desde Brasil, y tres mil argentinos. Nuevas críticas a la dilación en las maniobras bélicas, sobre todo por los las demoras de la escuadra que debía atacar en Curupaytí. Sospechas de que el secretario inglés fomenta las negociaciones de paz.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Tourlourou (Seudónimo de Lucio V. Mansilla)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Nota de investigación
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
Las declaraciones que han seguido prestando los prisioneros hechos por el Coronel Correa en su última excursión hasta Itatí, han venido a revelar que medios de resistencia, vigilancia y hostilidad tiene el enemigo por nuestra derecha y a nuestra izquierda.
Una gran zona de su territorio, al Sur de gran estero Ñembucú, está a nuestra merced, el día que queramos invadirla, ocuparla y sostenerla.
Trescientos hombres apenas, compuestos de viejos y muchachos en su mayor parte, -paisanos militarizados casi todos: divididos en grupos de a 30, 40 y 50 hombres, son los que nos observan y amenazan, con la orden terminante de reconcentrar los ganados de toda especie que hayan quedado, al Norte del gran estero de Ñembucú, retirándose ellos a su vez al menor amago de fuerzas superiores.
Estas partidas, recorren el campo en todas direcciones, transmitiendo sus avisos a los acarreadores de ganado. Si no hay novedad, acercándose éstos al Paso Hondo a eso de las 3 de la tarde, hora en que nuestra tropa descansa o come según los hábitos del ejército aliado, y en la noche penetran con sus arreos dentro de las líneas atrincheradas.
Con estos datos y conocimientos, de tanto interés, es probable que la caballería no permanezca ociosa.
Los brasileros comienzan a reponer sus pérdidas de caballos, recibiendo con regularidad remesas de a 300. 100 y 50 animales de Río Grande, Corrientes y Santa Fe.
Nosotros tenemos ya 900 hombres bien montados y la corriente de repuestos metódicamente establecida.
Parece que los brasileros se proponen mantener 300 hombres de caballería, cueste lo que cuesten, y nosotros mil. Ellos se movieron de Tuyutí con 6000 próximamente y nosotros con 800. De manera que en un mes de inacción ellos han tenido que desmontar 3000 jinetes, habiendo montando nosotros 300 o 400 más.
Entrar en la explicación de las causas que producen resultados tan opuestos será materia para después, para cuando acometamos la tarea de referir las cosas que hemos presenciado de un punto de vista crítico e histórico.
Lo que ahora interesa, aquello a que debemos concretarnos es hacer constar netamente los hechos, aventurándonos de vez en cuando en conjeturas a que no pueden sustraerse ni el corazón, que presiente, ni la mente que sueña.
Partió ayer para la Corte el jefe de E.M. del Ejercito Imperial, Coronel D. Juan de Souza da Fonseca Costa, quedando en lugar suyo, como interino, el Coronel D. José Antonio Souza da Cámara.
Qué va a ser a Rio Janeiro el G. de E. M. brasilero, el hombre de toda la confianza del Marqués de Caxias?
Qué va a hacer en estos momentos?
Dicen los unos en contestación-que va a hacer el presente la necesidad de que el ejército brasilero sea reforzado con _diez mil_ hombres más.
Que es valor entendido que el General en Jefe del Ejército Aliado, añaden otros, que pretenden estar bien informados; y que nosotros debemos concurrir con _tres mil_ más.
Que estos refuerzos no son necesarios, dicen algunos; que basta lo que tenemos, dicen aquellos, manejándolo con esa audacia prudente que conduce los generales a la victoria.
Yo repito lo que dije al principio, -el tiempo que se pierde en la guerra no se recupera. Está fustrada la campaña sobre Humaitá, iniciada por el Marqués de Caxias, es necesario esperar, que la impaciencia nacional de ver terminada la guerra se modere. Y añado, volviendo a repetirlo: _ el ejército de tierra tendría que bastarse a sí mismo_.
Porque, ya lo he dicho.
Porque la escuadra nos ha patentizado con el paso de Curupaytí y su actitud durante un mes que género de cooperación debemos esperar de ella.
Y, partiendo de ahí, opino prudente que se pidan, y esperen refuerzos argentinos y brasileros. El tiempo puede darnos así, sin sacrificios cruentos de consideración lo que ahora se dice posible seguro resolviéndose a consumar sacrificios.
Habiendo pasado revista de todos los rumores y opiniones que corren en este pueblo armado, que se llama ejército, y que aunque haya firmado ese pacto terrible que se llama obediencia pasiva, -no puede dejar de pensar, sentir, discurrir, no debo silenciar, que personas, que se dicen bien informadas, sostienen: que es un disparate el rumor de que el Jefe de Estado Mayor brasilero haya marchado con el objeto de pedir diez mil hombres de refuerzo; que los tres mil argentinos más es otra quimera.
Que se trata de hacer la paz con López, y que el secretario inglés anda en esos tratos, que, a ser cierto nos cubrirían de ignominia.
Yo no sé, sino que dicho secretario partió ayer para el Cuartel general enemigo en paso Pucú, y un lance que ocurrió ayer también en campo neutral.
Son los paladines, el capitán Montiel paraguayo parlamentario enemigo, que a la cabeza de un escuadrón esperaba al secretario y un capitán Courtin del ejército, _soit disaint_ oriental, joven resuelto y de corazón que se encontraba por allí a la razón, entre una multitud de curiosos, brasileros la mayor parte de ellos.
Parece que el tal capitán Montiel es un matón. Así que hablaba al menos, contestando con arrogancia a cuanto se le preguntaba.
Los brasileros, exhortados por un jefe, que hacia pesar en la balanza la prudencia, que estábamos en parlamentos de paz, no contestaban jota.
Montiel siguió echando panes y tantos más gordos cuanto que nadie le replicada. Llegó a decir que no había soldados más valientes que los paraguayos.
El capitán Courtin repuso entonces que estaba equivocado; que en nuestras filas sobraban hombres capaces de darle una lección al paraguayo más sólido y taimado. Que si quería saliese a una distancia y que él se lo probaría.
El capitán Montiel, hizo presente que estaba en comisión, la prudencia simbolizada por el jefe brasilero de arriba, puso su grano de arena en nombre de la paz futura, y el reto quedó aplazado por hoy.
Pero como pasaron felizmente los tiempos bárbaros de los_ juicios de Dios_, los curiosos que han asistido esta mañana al campo neutral de las baladronodas del Capitán Montiel se han dado por robados, como cuando por algún incidente se suspende una función retirándose el público sin que le devuelvan el importe de las aposentadurías.
De todos modos, el capitán Courtin ha dejad bien puesto su nombre, salvando el decoro de sus compañeros insultados.
A propósito del secretario de S.M.B. en Buenos Aires, alguien que con él ha hablado dice:
Que López se niega a entregar los ingenieros civiles que han trabajado en sus fortificaciones alegando que tanto valdría revelarle al enemigo sus recursos, sus medios de defensa y posiciones.
Que si dejara salir tres _mtrss_ inglesas.
Que de Paso Pucú a cada batería de la línea en las que hay _mangrullos_, parte un hilo telegráfico para la rapidez de las órdenes.
Si esto es cierto; si es cierto lo que uno y otros dicen sobre la ida del Jefe de Estado Mayor Imperial; si permaneceremos aquí un mes más o un año como en Tuyutí, _chi lo sá_.
Tourlourou.
Una gran zona de su territorio, al Sur de gran estero Ñembucú, está a nuestra merced, el día que queramos invadirla, ocuparla y sostenerla.
Trescientos hombres apenas, compuestos de viejos y muchachos en su mayor parte, -paisanos militarizados casi todos: divididos en grupos de a 30, 40 y 50 hombres, son los que nos observan y amenazan, con la orden terminante de reconcentrar los ganados de toda especie que hayan quedado, al Norte del gran estero de Ñembucú, retirándose ellos a su vez al menor amago de fuerzas superiores.
Estas partidas, recorren el campo en todas direcciones, transmitiendo sus avisos a los acarreadores de ganado. Si no hay novedad, acercándose éstos al Paso Hondo a eso de las 3 de la tarde, hora en que nuestra tropa descansa o come según los hábitos del ejército aliado, y en la noche penetran con sus arreos dentro de las líneas atrincheradas.
Con estos datos y conocimientos, de tanto interés, es probable que la caballería no permanezca ociosa.
Los brasileros comienzan a reponer sus pérdidas de caballos, recibiendo con regularidad remesas de a 300. 100 y 50 animales de Río Grande, Corrientes y Santa Fe.
Nosotros tenemos ya 900 hombres bien montados y la corriente de repuestos metódicamente establecida.
Parece que los brasileros se proponen mantener 300 hombres de caballería, cueste lo que cuesten, y nosotros mil. Ellos se movieron de Tuyutí con 6000 próximamente y nosotros con 800. De manera que en un mes de inacción ellos han tenido que desmontar 3000 jinetes, habiendo montando nosotros 300 o 400 más.
Entrar en la explicación de las causas que producen resultados tan opuestos será materia para después, para cuando acometamos la tarea de referir las cosas que hemos presenciado de un punto de vista crítico e histórico.
Lo que ahora interesa, aquello a que debemos concretarnos es hacer constar netamente los hechos, aventurándonos de vez en cuando en conjeturas a que no pueden sustraerse ni el corazón, que presiente, ni la mente que sueña.
Partió ayer para la Corte el jefe de E.M. del Ejercito Imperial, Coronel D. Juan de Souza da Fonseca Costa, quedando en lugar suyo, como interino, el Coronel D. José Antonio Souza da Cámara.
Qué va a ser a Rio Janeiro el G. de E. M. brasilero, el hombre de toda la confianza del Marqués de Caxias?
Qué va a hacer en estos momentos?
Dicen los unos en contestación-que va a hacer el presente la necesidad de que el ejército brasilero sea reforzado con _diez mil_ hombres más.
Que es valor entendido que el General en Jefe del Ejército Aliado, añaden otros, que pretenden estar bien informados; y que nosotros debemos concurrir con _tres mil_ más.
Que estos refuerzos no son necesarios, dicen algunos; que basta lo que tenemos, dicen aquellos, manejándolo con esa audacia prudente que conduce los generales a la victoria.
Yo repito lo que dije al principio, -el tiempo que se pierde en la guerra no se recupera. Está fustrada la campaña sobre Humaitá, iniciada por el Marqués de Caxias, es necesario esperar, que la impaciencia nacional de ver terminada la guerra se modere. Y añado, volviendo a repetirlo: _ el ejército de tierra tendría que bastarse a sí mismo_.
Porque, ya lo he dicho.
Porque la escuadra nos ha patentizado con el paso de Curupaytí y su actitud durante un mes que género de cooperación debemos esperar de ella.
Y, partiendo de ahí, opino prudente que se pidan, y esperen refuerzos argentinos y brasileros. El tiempo puede darnos así, sin sacrificios cruentos de consideración lo que ahora se dice posible seguro resolviéndose a consumar sacrificios.
Habiendo pasado revista de todos los rumores y opiniones que corren en este pueblo armado, que se llama ejército, y que aunque haya firmado ese pacto terrible que se llama obediencia pasiva, -no puede dejar de pensar, sentir, discurrir, no debo silenciar, que personas, que se dicen bien informadas, sostienen: que es un disparate el rumor de que el Jefe de Estado Mayor brasilero haya marchado con el objeto de pedir diez mil hombres de refuerzo; que los tres mil argentinos más es otra quimera.
Que se trata de hacer la paz con López, y que el secretario inglés anda en esos tratos, que, a ser cierto nos cubrirían de ignominia.
Yo no sé, sino que dicho secretario partió ayer para el Cuartel general enemigo en paso Pucú, y un lance que ocurrió ayer también en campo neutral.
Son los paladines, el capitán Montiel paraguayo parlamentario enemigo, que a la cabeza de un escuadrón esperaba al secretario y un capitán Courtin del ejército, _soit disaint_ oriental, joven resuelto y de corazón que se encontraba por allí a la razón, entre una multitud de curiosos, brasileros la mayor parte de ellos.
Parece que el tal capitán Montiel es un matón. Así que hablaba al menos, contestando con arrogancia a cuanto se le preguntaba.
Los brasileros, exhortados por un jefe, que hacia pesar en la balanza la prudencia, que estábamos en parlamentos de paz, no contestaban jota.
Montiel siguió echando panes y tantos más gordos cuanto que nadie le replicada. Llegó a decir que no había soldados más valientes que los paraguayos.
El capitán Courtin repuso entonces que estaba equivocado; que en nuestras filas sobraban hombres capaces de darle una lección al paraguayo más sólido y taimado. Que si quería saliese a una distancia y que él se lo probaría.
El capitán Montiel, hizo presente que estaba en comisión, la prudencia simbolizada por el jefe brasilero de arriba, puso su grano de arena en nombre de la paz futura, y el reto quedó aplazado por hoy.
Pero como pasaron felizmente los tiempos bárbaros de los_ juicios de Dios_, los curiosos que han asistido esta mañana al campo neutral de las baladronodas del Capitán Montiel se han dado por robados, como cuando por algún incidente se suspende una función retirándose el público sin que le devuelvan el importe de las aposentadurías.
De todos modos, el capitán Courtin ha dejad bien puesto su nombre, salvando el decoro de sus compañeros insultados.
A propósito del secretario de S.M.B. en Buenos Aires, alguien que con él ha hablado dice:
Que López se niega a entregar los ingenieros civiles que han trabajado en sus fortificaciones alegando que tanto valdría revelarle al enemigo sus recursos, sus medios de defensa y posiciones.
Que si dejara salir tres _mtrss_ inglesas.
Que de Paso Pucú a cada batería de la línea en las que hay _mangrullos_, parte un hilo telegráfico para la rapidez de las órdenes.
Si esto es cierto; si es cierto lo que uno y otros dicen sobre la ida del Jefe de Estado Mayor Imperial; si permaneceremos aquí un mes más o un año como en Tuyutí, _chi lo sá_.
Tourlourou.
Fecha válida
1867-09-21