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"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de "La Tribuna")"

Item

Código de referencia

AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000

Fechas

27-08-1867

Título/Asunto

"Teatro de la guerra. Campamento Tuyu-Cué. (Correspondencia de "La Tribuna")"

Nombre de publicación/Lugar

La Tribuna - Buenos Aires

Alcance y Contenido

Artículo publicado en La Tribuna el 27 de agosto de 1867, p. 2, columna 1. Sección: “Teatro de la guerra”. Con fecha del 22 de agosto y la firma de Tourlourou (seudónimo). Pocas noticias relevantes desde el paso por Curupaytí. Demuestra su impaciencia por la falta de acción de las fuerzas brasileñas. Critica a oficiales brasileños por su pasividad y exigua comunicación con el ejército aliado. Un sargento paraguayo cambia de bando y revela datos sobre el enemigo. Lamento por la muerte del hijo del general Gelly.

Idioma

Español

Firma /Seudónimo

Tourlourou (Seudónimo de Lucio V. Mansilla)

Nivel de descripción

UD Simple

Volumen y Soporte

1 ejemplar - Digital

Tipología documental

Artículo

Nombre del creador

PIP Mansilla

Nota de investigación

Existencia y localización de originales

Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"

Transcripción

*Campamento Tuyu-Cué.*
Agosto 22 de 1867.
(CORRESPONDENCIA DE LA “TRIBUNA”)

Desde que la escuadra encorazada forzó el paso de Curupaytí, con sus portalones cerrados y blindados, con sus torres caídas, bajo el fuego y la protección de la escuadra de madera, teniendo en todo _trece_ hombres fuera de combate; pero consumando _el hecho más glorioso de toda esta guerra_, según el modesto parte del almirante José Ignacio. Solo han tenido lugar hechos de muy poca consideración.
La escuadra encorazada, permanece detrás de la vuelta de Humaitá, entre este punto y Curupaytí, sin haber hecho hasta ahora el bombardeo que solemnemente ofreció hacer, tres horas después de forzar el paso; sin haber intentado el menor reconocimiento; cambiando sus bombas con las del enemigo; sin habernos abierto un nuevo horizonte, una esperanza más. Qué digo! Haciéndonos desesperar de su concurso eficaz y de lo que hemos convenido llamar, --la campaña sobre Humaitá, recibe el impulso, que no ha tenido, esterilizando nuestros medios de acción, y que debió tener desde el día en que nos movimos de Tuyutí, llenos de entusiasmo y de generoso ardor.
Qué otra cosa, debemos esperar, pregunto sino, de un almirante y de una escuadra, que a la petulancia de llamarle al paso de Curupaytí _o fatto mais glorioso_, de esta guerra; que después de ocho días de inacción entre las islas del río Paraguay, limitándose a lanzar una que otra bomba por elevación, sin distinguir su objetivo, se resina a la ridícula situación de comunicarse o por el Chaco o mediante botellas y barriles de que se apoderan las frágiles y veloces canoas de los paraguayos?
Con razón dice López que ha dejado pasar la escuadra para _acorralarla_; con razón nos gritan sus soldados desde las avanzadas: porque no suben ni bajan los encorazados?
Cuando vemos a Tamandaré colmado de honores en el Brasil y recordamos que no se atrevió a doblar la punta de Itapirú, en cuya ensenada el baqueano le ofreció fondearlo con toda seguridad; cuando recordamos las eternas vacilaciones de Tamandaré frente a Curupaytí; cuando recordamos su actitud el día del asalto y lo vemos gozando en su tierra de todos los honores, ventajas y preeminencias de un gran dignatario del imperio sin que una sola voz de indignación se haya levantado para pedir el consejo de guerra del inepto e irresoluto marino; cuando vemos a José Ignacio estancado detrás de la vuelta de Humaitá, en presencia de la vergüenza de su línea fluvial interceptada, sin atreverse a subir ni a bajar; cuando vemos a José Ignacio enviado cual otro Nelson en reemplazo de Tamandaré calificar el paso de Curupaytí de _o fatto mais glorioso_, y vacilar durante 8 mortales días sin cumplir siquiera su formal promesa de bombardear, obligando al ejército de tierra a diferir sus operaciones y consumirse en la inacción; y cuando al lado de Tamandaré y de José Ignacio vemos las nobles impaciencias, el belicoso ardor, la osadía probada de una multitud de Jefes y Oficiales subalternos tan instruidos como gentiles, que conocemos en la flota brasilera, y vemos al mismo tiempo los días preciosos que se pierden, los caudales que se gastan, las borrascas políticas que nos amenazan con la duración de esta guerra, sin ejemplo en la América del Sur, y pesando las cosas y quilatando los hombres con imparcialidad, alejando de nuestra mente toda preocupación, pensamos en lo fácil que habría sido exterminar a López si desde un principio la escuadra hubiese sido dirigida por hombres animados del verdadero fuego sagrado militar, resueltos e inteligentes, cuando todo esto vemos y pensamos, decíamos, nosotros nos preguntamos: qué genio palaciego, raquítico, menguado nos envía estos almirantes decrépitos, que así juegan con los tesoros y el patriotismo de su país, poniéndolo en ridículo con sus hechos y sus partes, dando cabida a todas las sospechas, que una época de especulación sugiere, y no sabemos qué admirar más, si el favor cortesano que todavía pro eje a un Tamandaré, si el candor de un monarca que tan mal conoce el corazón y la cabeza de sus Generales, --o la paciente resignación, la sublime benevolencia del pueblo brasilero para con aquellos que en lugar de darle glorias indisputables, como Osorio, como Argolo, como Cabrita, como Enrique Martins, solo le dan dilaciones y promesas como Tamandaré o partes fanfarrones como José Ignacio.
Se dirá, que José Ignacio ha hecho más que Tamandaré, que somos severos con él. Pero a esto contestamos que más alto que nosotros habla su parte, su inacción, su línea de comunicación fluvial no reestablecida aun, sus avisos embotellados o embarrilados, --añadiendo que así como Tamandaré so o supo crear el miedo de los torpedos, José Ignacio está creando el temor de que la escuadra no dominará ni siquiera intentará dominar el río Paraguay, dejándole al ejército de tierra la doble tarea de dominar las aguas y el territorio enemigo.
Como consecuencia natural de lo que llevo dicho, el ejército se hace fuerte en sus actuales posiciones, construyendo trincheras, que ligan los esteros que tenemos al frente y al flanco, haciendo espaldones para evitar los estragos de un bombardeo y haciendo puentes en los pasos del estero Rojas, a fin de facilitar y acortar nuestra línea de comunicaciones.
Y como estos trabajos abren inevitablemente la perspectiva de una estación más larga de lo que al principio se creyó, los campos se cubren de ranchos y enramadas lo mismo que en Tuyutí; y lo mismo que en Tuyutí observamos que el enemigo asegura y completa sus trincheras removiendo la tierra de noche y de día; y lo mismo que en Tuyutí el enemigo nos pone emboscadas, que nosotros le devolvemos; y lo mismo que en Tuyutí tenemos encuentros parciales al hacer las descubiertas; y lo mismo que en Tuyutí tenemos pasados del enemigo, quien al enemigo se pase, desertores aprehendidos y tal cual ejecución; y lo mismo que en Tuyutí en suma, el fastidio que nos abruma es igual a la constancia y la fe que nos anima.
El 20 tuvimos un sargento paraguayo pasado de apellido Ramos; es un hermoso hombre de 30 años de edad, antiguo habilitado de Benigno López en los yerbales. Venía vestido con ropa fina trayendo algunos patacones en el tirador.
Sus noticias respecto al espíritu, medios de subsistencia, disciplina, prácticas, número, medios de movilidad y esperanzas del ejército enemigo son poco más o menos las mismas de siempre.
Se ha sabido por él sin embargo, que las balas Witwarth, brasileras de que hablé en una de mis cartas anteriores no son arrojadas por cañones lisos, como lo supuse, sino por cañones fundidos en la Asunción y calibrados por las mismas balas lanzadas por los brasileros.
Preciso es convenir en que este pueblo paraguayo tiene los gérmenes de una gran nación y que en esta guerra es tan admirable, su incontrastable firmeza, su disposición constante al sacrificio cuanto los medios propios arrancados de su propio suelo que ha explotado y puesto al servicio de una causa que no es suya sino del tirano que la sacrifica sin piedad.
Ayer la caballería acantonada en Pedro González hizo una diversión sobre el bosque que obstruye los aproches de Humaitá. La caballería enemiga apoyada de alguna infantería no hizo pie, guareciéndose en el bosque y abandonándonos una carreta, bueyes y un cadáver. En el bonete se halló un _Semanario_ del 11. Está relleno de noticias, todas favorables para el os. Ni una palabra sobre la sableada del 3, ni una palabra sobre el telégrafo cortado dos veces.
Circulan aquí como noticias positivas, este rumor, que una bomba de la escuadra ha echado a pique una de las chatas que sostienen la cadena de Humaitá; y esta mentira, que la batería Londres ha sido demolida.
Continuamos recibiendo víveres y forrajes con toda regularidad, merced a la perseverante actividad del General Gelly cuyos desvelos por el bien estar del Ejército no cesan ni aun bajo el peso tremendo del infortunio. El pobre general recibió ayer la triste noticia de la muerte de su hijo, y esta mañana con un etoicismo, que contrastaba con las abundantes lágrimas que le hemos visto derramar ayer, recorría los puestos avanzados, al lento tranco de su caballo que se ha hecho proverbial, y más tarde estaba en su puesto, llorando interiormente como un hombre, cumpliendo con su deber como un soldado. Rindámosle al viejo general esta justicia, que todo el ejército le tributa sin temor de ser desmentidos.
El General Osorio, asistido por el Dr. Molina, se mejora sensiblemente.
Son las 5 de la tarde y no ha habido novedad.
Al ponerse el sol el enemigo no dejará, según su costumbre cotidiana, de lanzar algunas bombas sobre nuestro campo; el del poniente le favorece. Pero sus bombas revientan generalmente en el aire sin hacer daño. El “Semanario” del 11 asegura que nos diezman.
El estado sanitario regular, tiempo hermoso.
Caballos, mulas y bueyes muriéndose una parte, y llegando nuevas remesas todos los días. Nunca habrá mucho. El ejército brasilero es un pozo de Airón.
_Tourlourou._

Fecha válida

1867-08-27