“Correspondencia de Falstaff”
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
15 y 16-10-1866
Título/Asunto
“Correspondencia de Falstaff”
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado el 15 y 16 de octubre de 1866 en La Tribuna, p. 2, 1ra columna. Tres cartas firmadas por Falstaff (seudónimo). Las fechas de las cartas corresponden al 7, 10 y 9 de octubre de 1866, respectivamente. Alusión a la existencia de traidores y espías. Indignación por falsa compunción ante los caídos e interés económico en perpetuar la guerra. Críticas a Tamandaré. Venta de objetos en beneficio de los heridos. Traslado de heridos a Río de Janeiro.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Falstaff (Seudónimo atribuido a Lucio V. Mansilla/Héctor Varela)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Nota de investigación
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
Si los paraguayos “no cometen ninguna calaverada” habrá calma hasta que los aliados reciban refuerzos. López se entera con anticipación de los movimientos que realizarán los aliados por la acción de espías y traidores. Reprobación de la conducta de los proveedores. Comentarios sobre Urquiza y Pedro II. Descontento de todos los jefes de la escuadra con Tamandaré .
Vapor Evelyn. Corrientes, 7 de octubre de 1866.
El señor Orozimbo me avisa hace un rato, que sale para Montevideo el famoso transporte Evelyn. Conduce heridos.
Como debe tocar en esa aprovecho la ocasión para escribirles.
No creo que fue aventurado mi juicio de que, por algún tiempo al menos, mi crónica noticiosa sería pobre.
Si los paraguayos no cometen ninguna calaverada como la del 24 de mayo, soy de opinión que nuestros generales nada hande hacer, por ahora, no sólo porque no querrán aventurar un golpe dudoso antes de recibir los refuerzos que se esperan, sino por otras cosas que hoy creo prudente callar, pero de las que hablaré en otra oportunidad, pues francamente, me tiene indignado el silencio que muchos guardan sobre hechos y ocurrencias que deben hacerse conocer con tiempo, para evitar disgustos ulteriores.
En el ejército nadie cree que López nos ataque. Los que así opinan, creo que se fundan.
El 24 de mayo vino con la esperanza de dar un golpe de mano. Lejos de conseguirlo, perdió diez mil hombres.
¿Hay quién le crea tan imbécil como para hacer una nueva intentona de la clase de aquella? Sería esto una felicidad demasiado grande para los aliados.
Llegadas las cosas a la altura en que se encuentran, López no ha de hacer otra cosa que mantenerse a la defensiva, porque después de los rudos golpes que ha experimentado en esta campaña, está reemplazandolos soldados que pierde con las baterías y trabajos de defensa que levanta día a día.
Y a este respecto no se hagan ustedes ilusiones.
Sabiendo la verdad, será menos fácil que se alucinen con cuentos de las Mil y una Noches, como los que repiten algunos corresponsales.
El éxito de esta guerra no es ni puede ser dudoso.
El ejército aliado tiene que vencer; pero la victoria no le será tan fácil como muchos lo imaginaron al principio.
López está decidido a seguir peleando.
Sus obras de defensa son respetables, y aunque su ejército está reducido, aún tiene suficiente número de soldados para defenderlas.
¿Cambiará su plan de operaciones el general en jefe?
El viejito Simbad, corresponsal del Standard, con quien conversábamos anoche, me decía a este respecto algo en que tiene sobrada razón, a saber que las operaciones del ejército aliado se conocen aquí con demasiada anticipación, causando con esto graves males para su éxito.
Es la verdad.
Si en Corrientes no hubiese espías ni traidores, nada importaría que de antemano se conociesen los movimientos que pensaba ejecutar el ejército.
Desgraciadamentelo que aquí abunda son unos y otros.
Si ustedes recuerdan, yo les mande hace tiempo un Semanario en el cual se decía que el general Mitre había concertado un plan de ataque combinado sobre Curupaytí y las líneas de Tuyutí .
¿Cómo no se había de preparar entonces?
La experiencia hará comprender al general Mitre que es preciso ser más cauto.
De lo contrario, López se ha de preparar siempre para recibir el ataque por donde sepa de antemano que se lo han de llevar.
Dije a ustedes en mi última que, a falta de sucesos de armas que llamen la atención, los moradores ficticios de esta ciudad se han convertido en grandes oradores.
Ocupa la vanguardia, el regimiento de proveedores. Entre estos, hay algunos que dan risa.
Otros causan asco.
Traen a juicio el hecho de Curupaytí, y como es natural, todos, todos lo lamentan profundamente.
¡Qué lástima!, exclaman con lágrimas en los ojos. ¡Cuanta vida preciosa, perdida!
¡Pobre Charlone!
¡Desgraciado Roseti!
Morir en la flor de su edad, jóvenes como Paz, Sarmiento, Cádiz y Darregueira.
En fin, todo les faltará, menos lamentos. ¿Son sinceros?
No amigo. Eso es lo que me subleva la sangre.
Entre los que representan esta farsa indigna, hay muchos que, cegados por la avaricia, se alegran indirectamente del contraste de Curupaytí, pues su resultado inmediato será la prolongación de la guerra, y la prolongación de la guerra trae como consecuencia forzosa la continuación de los negocios de proveeduría, y este negocio ya saben ustedeslo que para algunos produce …
Líbreme Dios de confundirlos a todos. No.
Hay honestos, algunos. Pero hay otros que, como ya dije, causan asco.
De ellos me he de ocupar en otra ocasión con más calma. Merecen que se las consagre.
Ya conocerán ustedes picardías de todo tamaño.
El único medio de que estos prójimos se salven de que yo los daguerrotipe, será que activen las operaciones de la guerra.
Habiendo combates y hechos de armas de que ocuparme, ni me acordaré de ellos.
¡De otro modo, tendré que hacerlo!
¿Podrán ellos activar las operaciones? No hay uno solo que sea tonto.
Eso les garantizo.
La novedad de los últimos días, la forman varias cartas.
El Presidente escribió a Urquiza después del suceso de Curupaytí . Me dicen que ayer llegó al campamento la contestación.
El capitán general se muestra decidido a prestar todo su apoyo a su amigo (así le llama en su carta) y le promete enviarle en breve nuevos refuerzos para aumentar el número de sus bravos entrerrianos.
Estas también son palabras de la carta.
El Presidente le ha vuelto a contestar diciéndole “que nunca dudó de su patriotismo en la presente campaña” .
La otra carta es más seria.
Es del señor Octaviano a su gobierno.
Parece que su excelencia ha escrito al Emperador diciéndole “que temía mucho que el desastre parcial de Curupaytí produjese honda y desfavorable sensación en Buenos Aires; que el general Mitre, impelido a ello por la opiniónpública, tratase de retirarse del campo de la lucha, y que, en previsión de ese caso, el Brasil debía remontar su ejército de operaciones hasta cincuenta mil hombres” .
Puedo garantizarles a ustedeslo que les digo.
Lo sé de boca de la misma persona a quien el señor ministro se lo dijo, al día siguiente de haber despachado la correspondencia por el vapor Uruguay.
La previsión del inteligente diplomático, le hace honor.
Si como yo y la generalidad del ejército él cree que esta guerra debe seguir hasta conseguir los fines que la alianza se propuso, ha hecho perfectamente en decir a su gobierno, que remonte su ejército y se prepare en más grande escala.
Lo que no le apruebo es el juicio que ha hecho de Buenos Aires.
Indudablemente el señor Octaviano no conoce ese pueblo, que ha de cumplir con su deber aun cuando para ello tenga que hacer grandes y penosos sacrificios.
Del teatro de la guerra nada nuevo ni particular tengo que comunicarles hoy.
Los paraguayos siguen trabajando en sus obras de defensa, tanto en el lado de tierra como por el río.
Por allá se les hostiliza cuanto se puede, cañoneándolos con las piezas rayadas y elprusiano.
En el río, no hay que hablar.
Tamandaré se ha propuesto cubrirse de vergüenza en esta cam- paña, y ya lo va consiguiendo, singran trabajo.
La escuadra, nada hace.
Los dignos comandantes, y la brillante oficialidad que la guarnece, piden a gritos que los manden a cumplir su deber, que los hagan, cuanto menos, hostilizar al enemigo que trabaja a sus barbas.
¡Vana tentativa!
Tamandaré se hace el sordo, sigue en la inacción, y pierde su tiempo en miserias y ridiculeces.
Esto no impide que el insigne personaje hable a todo el mundo de los grandes y relevantes servicios que está prestandola escuadra, y de la ingratitud de los que no se los agradecen.
Es preciso ser Tamandaré para expresarse de esa manera.
Anoche dijo a una persona de posición que lo fue a visitar a bordo del Apa, que pensaba renunciar al mando, porque él no era hombre de intrigas.
No lo crean amigos.
Si Tamandaré se va, será porque lo harán ir, pues, por lo demás, el hombre se ha tomado cariño a esta vidita, en la que todo ha hecho hasta ahora menos exponerse un solo día.
El descontento en la escuadra es general.
Con excepción de sus secretarios, los oficiales del Estado Mayor y tres o cuatro más protegidos suyos, todos los otros están deseando que se les mande un jefe que los arranque de la posición difícil y ridícula en que Tamandaré los ha colocado.
¿Durará mucho tiempo este verdadero escándalo? Ustedes lo sabrán mejor que yo.
Mañana temprano voy hasta el campamento, donde pasaré un par de días.
Enseguida regresaré aquí para volverles a escribir por el vapor de la carrera, u otro si se presenta antes.
Falstaff
16 de octubre de 1866.
La provincia de Corrientes ha puesto a disposición del gobierno nacional todos los elementos de que puede disponer. Se dice que el general Osorio regresará en breve.
Vapor Ibicuy.
10 de octubre de 1866.
Me consta que por este vapor el gobierno de Corrientes se dirige al de la Nación, poniendo a su disposición todos los elementos de que la provincia puede disponer.
Espero que el pueblo correntino se levantará a la altura de sus antecedentes.
Al fin se realizó el anunciado bazar, vendiéndose los pocos objetos que en él había a beneficio de los heridos.
Los únicos que se portaron dignamente comprando objetos, fueron los señores Octaviano, Reis, Dechan y algunos otros oficiales brasileños.
Don Mariano Cabal estuvo, como de costumbre espléndido.
El señor Mayo, ex administrador de correos, acaba de ser puesto en libertad.
La situación de esta ciudad sigue tirante, y violenta, para los hijos de la tierra.
Vuelve a repetirse que el general Osorio regresará en breve.
Yo le repito a mi vez, que nada sé de positivo sobre el particular. En el campamento ninguna novedad después de mi salida.
Los paraguayos se entretenían anoche en decir que el secretario de la legación francesa, había salido de nuestras líneas con bandera de parlamentario para el campo de López.
Esto no pasa de una invención, pero con motivo de haberla lanzado al mercado noticioso, no faltan comedidos que vuelvan a hablar de paz.
Han salido de aquí casi todos los transportes que existían en el puerto.
Conducen heridos.
Van hasta Río de Janeiro.
Se acaba de presentar en campaña un nuevo enemigo, diez veces peor que los paraguayos: es el calor que nos está derritiendo.
Aquí nos quejamos todos, pero los valientes del ejército ni alto hacen.
Crean ustedes que toda esta gente es digna de admiración y respeto.
Falstaff
16 de octubre de 1866.
Vapor Evelyn. Corrientes, 7 de octubre de 1866.
El señor Orozimbo me avisa hace un rato, que sale para Montevideo el famoso transporte Evelyn. Conduce heridos.
Como debe tocar en esa aprovecho la ocasión para escribirles.
No creo que fue aventurado mi juicio de que, por algún tiempo al menos, mi crónica noticiosa sería pobre.
Si los paraguayos no cometen ninguna calaverada como la del 24 de mayo, soy de opinión que nuestros generales nada hande hacer, por ahora, no sólo porque no querrán aventurar un golpe dudoso antes de recibir los refuerzos que se esperan, sino por otras cosas que hoy creo prudente callar, pero de las que hablaré en otra oportunidad, pues francamente, me tiene indignado el silencio que muchos guardan sobre hechos y ocurrencias que deben hacerse conocer con tiempo, para evitar disgustos ulteriores.
En el ejército nadie cree que López nos ataque. Los que así opinan, creo que se fundan.
El 24 de mayo vino con la esperanza de dar un golpe de mano. Lejos de conseguirlo, perdió diez mil hombres.
¿Hay quién le crea tan imbécil como para hacer una nueva intentona de la clase de aquella? Sería esto una felicidad demasiado grande para los aliados.
Llegadas las cosas a la altura en que se encuentran, López no ha de hacer otra cosa que mantenerse a la defensiva, porque después de los rudos golpes que ha experimentado en esta campaña, está reemplazandolos soldados que pierde con las baterías y trabajos de defensa que levanta día a día.
Y a este respecto no se hagan ustedes ilusiones.
Sabiendo la verdad, será menos fácil que se alucinen con cuentos de las Mil y una Noches, como los que repiten algunos corresponsales.
El éxito de esta guerra no es ni puede ser dudoso.
El ejército aliado tiene que vencer; pero la victoria no le será tan fácil como muchos lo imaginaron al principio.
López está decidido a seguir peleando.
Sus obras de defensa son respetables, y aunque su ejército está reducido, aún tiene suficiente número de soldados para defenderlas.
¿Cambiará su plan de operaciones el general en jefe?
El viejito Simbad, corresponsal del Standard, con quien conversábamos anoche, me decía a este respecto algo en que tiene sobrada razón, a saber que las operaciones del ejército aliado se conocen aquí con demasiada anticipación, causando con esto graves males para su éxito.
Es la verdad.
Si en Corrientes no hubiese espías ni traidores, nada importaría que de antemano se conociesen los movimientos que pensaba ejecutar el ejército.
Desgraciadamentelo que aquí abunda son unos y otros.
Si ustedes recuerdan, yo les mande hace tiempo un Semanario en el cual se decía que el general Mitre había concertado un plan de ataque combinado sobre Curupaytí y las líneas de Tuyutí .
¿Cómo no se había de preparar entonces?
La experiencia hará comprender al general Mitre que es preciso ser más cauto.
De lo contrario, López se ha de preparar siempre para recibir el ataque por donde sepa de antemano que se lo han de llevar.
Dije a ustedes en mi última que, a falta de sucesos de armas que llamen la atención, los moradores ficticios de esta ciudad se han convertido en grandes oradores.
Ocupa la vanguardia, el regimiento de proveedores. Entre estos, hay algunos que dan risa.
Otros causan asco.
Traen a juicio el hecho de Curupaytí, y como es natural, todos, todos lo lamentan profundamente.
¡Qué lástima!, exclaman con lágrimas en los ojos. ¡Cuanta vida preciosa, perdida!
¡Pobre Charlone!
¡Desgraciado Roseti!
Morir en la flor de su edad, jóvenes como Paz, Sarmiento, Cádiz y Darregueira.
En fin, todo les faltará, menos lamentos. ¿Son sinceros?
No amigo. Eso es lo que me subleva la sangre.
Entre los que representan esta farsa indigna, hay muchos que, cegados por la avaricia, se alegran indirectamente del contraste de Curupaytí, pues su resultado inmediato será la prolongación de la guerra, y la prolongación de la guerra trae como consecuencia forzosa la continuación de los negocios de proveeduría, y este negocio ya saben ustedeslo que para algunos produce …
Líbreme Dios de confundirlos a todos. No.
Hay honestos, algunos. Pero hay otros que, como ya dije, causan asco.
De ellos me he de ocupar en otra ocasión con más calma. Merecen que se las consagre.
Ya conocerán ustedes picardías de todo tamaño.
El único medio de que estos prójimos se salven de que yo los daguerrotipe, será que activen las operaciones de la guerra.
Habiendo combates y hechos de armas de que ocuparme, ni me acordaré de ellos.
¡De otro modo, tendré que hacerlo!
¿Podrán ellos activar las operaciones? No hay uno solo que sea tonto.
Eso les garantizo.
La novedad de los últimos días, la forman varias cartas.
El Presidente escribió a Urquiza después del suceso de Curupaytí . Me dicen que ayer llegó al campamento la contestación.
El capitán general se muestra decidido a prestar todo su apoyo a su amigo (así le llama en su carta) y le promete enviarle en breve nuevos refuerzos para aumentar el número de sus bravos entrerrianos.
Estas también son palabras de la carta.
El Presidente le ha vuelto a contestar diciéndole “que nunca dudó de su patriotismo en la presente campaña” .
La otra carta es más seria.
Es del señor Octaviano a su gobierno.
Parece que su excelencia ha escrito al Emperador diciéndole “que temía mucho que el desastre parcial de Curupaytí produjese honda y desfavorable sensación en Buenos Aires; que el general Mitre, impelido a ello por la opiniónpública, tratase de retirarse del campo de la lucha, y que, en previsión de ese caso, el Brasil debía remontar su ejército de operaciones hasta cincuenta mil hombres” .
Puedo garantizarles a ustedeslo que les digo.
Lo sé de boca de la misma persona a quien el señor ministro se lo dijo, al día siguiente de haber despachado la correspondencia por el vapor Uruguay.
La previsión del inteligente diplomático, le hace honor.
Si como yo y la generalidad del ejército él cree que esta guerra debe seguir hasta conseguir los fines que la alianza se propuso, ha hecho perfectamente en decir a su gobierno, que remonte su ejército y se prepare en más grande escala.
Lo que no le apruebo es el juicio que ha hecho de Buenos Aires.
Indudablemente el señor Octaviano no conoce ese pueblo, que ha de cumplir con su deber aun cuando para ello tenga que hacer grandes y penosos sacrificios.
Del teatro de la guerra nada nuevo ni particular tengo que comunicarles hoy.
Los paraguayos siguen trabajando en sus obras de defensa, tanto en el lado de tierra como por el río.
Por allá se les hostiliza cuanto se puede, cañoneándolos con las piezas rayadas y elprusiano.
En el río, no hay que hablar.
Tamandaré se ha propuesto cubrirse de vergüenza en esta cam- paña, y ya lo va consiguiendo, singran trabajo.
La escuadra, nada hace.
Los dignos comandantes, y la brillante oficialidad que la guarnece, piden a gritos que los manden a cumplir su deber, que los hagan, cuanto menos, hostilizar al enemigo que trabaja a sus barbas.
¡Vana tentativa!
Tamandaré se hace el sordo, sigue en la inacción, y pierde su tiempo en miserias y ridiculeces.
Esto no impide que el insigne personaje hable a todo el mundo de los grandes y relevantes servicios que está prestandola escuadra, y de la ingratitud de los que no se los agradecen.
Es preciso ser Tamandaré para expresarse de esa manera.
Anoche dijo a una persona de posición que lo fue a visitar a bordo del Apa, que pensaba renunciar al mando, porque él no era hombre de intrigas.
No lo crean amigos.
Si Tamandaré se va, será porque lo harán ir, pues, por lo demás, el hombre se ha tomado cariño a esta vidita, en la que todo ha hecho hasta ahora menos exponerse un solo día.
El descontento en la escuadra es general.
Con excepción de sus secretarios, los oficiales del Estado Mayor y tres o cuatro más protegidos suyos, todos los otros están deseando que se les mande un jefe que los arranque de la posición difícil y ridícula en que Tamandaré los ha colocado.
¿Durará mucho tiempo este verdadero escándalo? Ustedes lo sabrán mejor que yo.
Mañana temprano voy hasta el campamento, donde pasaré un par de días.
Enseguida regresaré aquí para volverles a escribir por el vapor de la carrera, u otro si se presenta antes.
Falstaff
16 de octubre de 1866.
La provincia de Corrientes ha puesto a disposición del gobierno nacional todos los elementos de que puede disponer. Se dice que el general Osorio regresará en breve.
Vapor Ibicuy.
10 de octubre de 1866.
Me consta que por este vapor el gobierno de Corrientes se dirige al de la Nación, poniendo a su disposición todos los elementos de que la provincia puede disponer.
Espero que el pueblo correntino se levantará a la altura de sus antecedentes.
Al fin se realizó el anunciado bazar, vendiéndose los pocos objetos que en él había a beneficio de los heridos.
Los únicos que se portaron dignamente comprando objetos, fueron los señores Octaviano, Reis, Dechan y algunos otros oficiales brasileños.
Don Mariano Cabal estuvo, como de costumbre espléndido.
El señor Mayo, ex administrador de correos, acaba de ser puesto en libertad.
La situación de esta ciudad sigue tirante, y violenta, para los hijos de la tierra.
Vuelve a repetirse que el general Osorio regresará en breve.
Yo le repito a mi vez, que nada sé de positivo sobre el particular. En el campamento ninguna novedad después de mi salida.
Los paraguayos se entretenían anoche en decir que el secretario de la legación francesa, había salido de nuestras líneas con bandera de parlamentario para el campo de López.
Esto no pasa de una invención, pero con motivo de haberla lanzado al mercado noticioso, no faltan comedidos que vuelvan a hablar de paz.
Han salido de aquí casi todos los transportes que existían en el puerto.
Conducen heridos.
Van hasta Río de Janeiro.
Se acaba de presentar en campaña un nuevo enemigo, diez veces peor que los paraguayos: es el calor que nos está derritiendo.
Aquí nos quejamos todos, pero los valientes del ejército ni alto hacen.
Crean ustedes que toda esta gente es digna de admiración y respeto.
Falstaff
16 de octubre de 1866.
Fecha válida
1866-10-15