"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
10 y 11-09-1866
Título/Asunto
"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado el 10 y 11 de septiembre de 1866 en La Tribuna, p. 2, 3ra columna. Sección: “Teatro de la guerra”. Carta firmada por Falstaff (seudónimo). La fecha de la carta corresponde al 7 de septiembre de 1866. Ataque y toma de Curuzú. Transcripción de de orden del día de B. Mitre sobre la toma. Hundimiento del acorazado Río de Janeiro, hipótesis (cont. en sig. carta). Suicidios. Espías de López, transcripción de nota encontrada de uno de ellos.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Falstaff (Seudónimo atribuido a Lucio V. Mansilla/Héctor Varela)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Nota de investigación
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
Detalles sobre la toma de Curuzú. Hundimiento del acorazado Río de Janeiro. Conjeturas sobre las causas. Duros enfrentamientos entre tropas argentinas y paraguayas. Posible cambio de plan aliado. Otras noticias del campamento.
Vapor Guaraní. Corrientes, 7 de septiembre de 1866.
Después de mi última por el Iron King que entregué al amigo Constant y que ya supongo en poder de ustedes, comprendo la impaciencia con que esperarían ustedes o miida para esa o la primera mía en que les anunciase algún acontecimiento decisivo, ya que tanto se ha estado anunciando en estos últimos días.
Desgraciadamente no es así.
Hace un momento que vengo del campamento en el vapor Itapirú que conduce la correspondencia para ésa, y aunque algo podré decirles de nuevo, nada decisivo tengo que transmitir a ustedes todavía.
Y ¿por qué?, preguntarán ustedes con toda impaciencia. Más adelante veré si se los digo.
Por ahora, empezaré por el principio, por el ataque y toma de la batería Curuzú.
Como dije a ustedes ésta se hallaba completamente emboscada en un punto en el cual era materialmente imposible que fuese vista de a bordo.
Cuando el buque de vanguardia se halló a tiro de cañón, los paraguayos rompieron el fuego con mediano éxito al principio, un poco mejor más tarde, y con mucho fin.
Sin embargo, el día 1 la escuadra no pudo apagar del todo los fuegos enemigos.
El 2 siguió el combate; pero cuando el hermosísimo acorazado Río Janeiro se acercaba resueltamente a la batería, se le vio sumergirse repentinamente, salvándose de su tripulación, que era de 150 hombres, solamente 80.
Los demás, incluso su digno comandante, encontraron una tumba tan repentina como fatal en las aguas del río Paraguay.
Como jamás les he de asegurar nada que no me conste de una manera positiva, yo me guardaré bien de decirles como se ha perdido el encorazado.
La voz más generalizada, sobre todo aquí en Corrientes, es que chocó con un torpedo. Yo no lo sé de cierto. Por tanto, me reservo averiguar la verdad. Entonces se las transmitiré .
Pasó el día 2, sin que Curuzú cayese todavía en poder de nuestros aliados. Por fin el 3 el barón de Porto Alegre, que, como dije a ustedes, hace quince días tiene un lindo ejército, resolvió desembarcar sus infantes protegidos por el fuego de algunos buques de la escuadra.
Una vez que tuvo en tierra una columna respetable, la hizo avanzar sobre los atrincheramientos de Curuzú, levantados por el lado de tierra en precaución de un ataque por allí .
Los paraguayos flanquearon inmediatamente sus piezas volantes, y rompieron el fuego sobre la columna brasileña, que calando bayoneta, se lanzó resueltamente al ataque.
El combate fue reñido y sangriento. Al poco tiempo de iniciado, el enemigo se puso en precipitada fuga, consiguiendo llevarse tres pequeñas piezas; pero según le dice el barón de Porto Alegre al general Mitre en su parte, que he visto, sin precisar el número de nuestros enemigos, le asegura que fue grande, y según los datos que tengo del carácter de este militar, lo creo un hombre tan serio como circunspecto.
Posteriormente he sabido, que en el sitio del combate se han enterrado 700 cadáveres paraguayos, ascendiendo la pérdida de nuestros aliados, que se batieron heroicamente, a 800 y pico de hombres, entre estos, 200 muertos.
Los paraguayos fugitivos de ese combate, se replegaron, en su mayor parte, sobre las fortificaciones que se extienden al frente de las posiciones que ocupa el ejército aliado.
Una vez que el barón de Porto Alegre tuvo en tierra todo su ejército aumentado al tiempo de marchar hasta 9.000 hombres, levantó una ligera batería a su frente para impedir un golpe de mano, quedando acampado sobre la costa, donde se halla protegido por la escuadra.
Creímos todos en el ejército, y aun en los mismos buques de la flota imperial, que al siguiente día la toma de Curuzú, el señor vizconde de Tamandaré, dando cumplimiento a la acordado definitivamente en la conferencia del 28 del pasado, habría seguido sin demora a batir la posición de Curupaytí .
Más no ha sido así.
Después de haber volado el acorazado Río de Janeiro, la es- cuadra se ha limitado a bombardear el campamento de López, siendo el fuego producido por ese bombardeo el que escuché yo en Corrientes al mismo tiempo de cerrar mi carta anterior, y el que nos hizo creer a todos en vista de los datos que teníamos que hace tres días se estaba dando la gran batalla.
¿Por qué no ha continuado subiendo la escuadra? ¿Por qué se ha detenido después de iniciadas sus operaciones sobre Curuzú?.
Sería preciso que ya me hallase muy inmediato al vizconde de Tamandaré para conocer las razones que haya podido tener para obrar así, más debo suponer que el tristísimo siniestro que ha privado a su escuadra del concurso del Río Janeiro, no habrá influido en lo más mínimo en el ánimo del señor vizconde a contenerlo en la carrera de gloria que podría abrir a sus tripulaciones después del largo tiempo que las ha tenido sin otra ocupación que la de contemplar tranquilas las costas que tenían a uno y otro lado.
Al día siguiente de la toma de Curuzú tuvo lugar el gran reconocimiento sobre el campo enemigo.
Éste se practicó por el centro y la derecha no habiéndolo hecho por la izquierda que harto bien conocida quedó en los sangrientos combates del 16 y 18.
A las 2.00 de la madrugada de ese día, el 4, los batallones Legión Militar y 3° de línea marcharon a emboscar en el seno del monte que se halla situado entre los Esteros Leguizamón y Yataytí-Corá, y en que tan heroicamente se batieron el 11 de julio la Legión Militar y los batallones 1° y 3° de línea.
Al venir el día se escogieron 51 hombres de cada uno de los dos batallones que nombré antes, dándole el mando a un capitán. A las nueve de la mañana estas fuerzas desplegaron en guerrillas al mando del coronel Charlone, quedandola reserva, que la componía el resto de esos dos batallones, al del mayor Alegre.
Al mismo tiempo, por si efectuaba este pequeño movimiento, aparecieron por la derecha nuestras columnas de caballería, que escalonadas y en número de 2.500 hombres perfectamente montados, avanzaron hacia el campo enemigo.
Al romper el fuego nuestras guerrillas, los paraguayos empezaron a retirarse, yendo a colocarse en una zanja que está del otro lado del estero, a seis cuadras de sus fortificaciones, y protegidos por una pieza de a 68 que tienen en ese lado de lalínea y que no cesaba de hacer fuego.
Al llegar al estero, el coronel Charlone mandó cargar, la vadeó, pasó la zanja y nuestros soldados se apoderaron entonces de todo cuanto tenían los paraguayos en su guardia, incluso algunos impresos que les adjunto para que maten sus horas de fastidio.
El enemigo dejó una porción de muertos y heridos, siendo el resultado positivo de este reconocimiento, el conocer bien algunas posiciones que antes no conocíamos.
En ese pequeño hecho de armas, se tomaron al enemigo 11 prisioneros y 7 caballos que por su estado de flacura fue preciso matar, pues no se movían siquiera.
Por nuestra parte sólo tuvimos diez heridos de infantería y un muerto, y cuatro soldados de caballería heridos.
Ésta la mandaba el general Flores que llevaba a sus órdenes a los generales Hornos, Cáceres y Mena Barreto.
El día antes del reconocimiento tuve el placer de apretarla mano al valiente coronel Ignacio Segovia, quien me dijo que jamás habían estado nuestras caballerías mejor montadas, y que los que con caballos de esa especie no se portasen bien el día del combate, no tendrían disculpa posible.
A pesar de haberse iniciado las operaciones, el general Flores insiste en retirarse, y es tal su insistencia a este respecto que en Itapirú se halla un vapor que se ha puesto expresamente a su disposición.
La insistencia del general en estos momentos podría hacer creer que sabe o teme que las operaciones vuelvan nuevamente a suspenderse, pero yo tengo demasiada fe en la palabra del general Mitre para suponer una cosa semejante.
Se dice que el plan de operaciones ha sido notablemente modificado, y se cree que esto sea debido a las declaraciones de un paraguayo pasado que llegó anteayer; pues yo no creo que el incidente sufrido en el río en medio del triunfo obtenido por los infantes de Porto Alegre pueda influir en la modificación de que he oído hablar esta mañana en el campamento.
De todos modos, es indudable que algo nuevo debe haber, puesto que momentos antes de haber salido yo hoy de Itapirú, el presidente de laRepública se embarcó a bordo del vapor Cosmos, y subiendo aguas arriba se dirigió al fondeadero de la escuadra a tener allí una conferencia con el señor vizconde de Tamandaré y el barón Porto Alegre.
Me complazco en asegurar a ustedes que en este momento reina el más perfecto acuerdo entre los generales encargados de dirigir estas grandes operaciones militares, cuya pronta solución tanto interesa a los tres pueblos que están derramando su sangre desde que se inició la lucha con el tirano paraguayo.
Los suicidios parece que están a la orden del día.
Después del desgraciado mayor Panelo, acaba de imitar su ejemplo el capitán Pereira, del 9° de línea. Ignoro las causas que haya tenido para quitarse la vida en momentos en que podía haberla perdido con más gloria.
El general Paunero, a pesar de hallarse bastante enfermo, regresó al ejército donde se halla desde el día 2.
Dice el viejo soldado que no quiere dejar de asistir a esta última función.
Todos los oficiales argentinos que estaban en estado de marchar en los hospitales, ayer fueron dados de alta, recibiendola orden de seguir inmediatamente a incorporarse a sus diferentes cuerpos. Hoy mismo siguen para el ejército la mayor parte de ellos.
En este puerto no queda otro vapor más que el hermoso Amazonas. Todos los demás están en el teatro de las operaciones o en el Paso de la Patria.
El Weagen salió esta mañana para el Rosario en busca de cabellos.
El Ministro Octaviano, que anduvo por el río, regresó anteayer a ésta; pero anoche volvió a subir para tomar parte en la conferencia a que ha ido el presidente Mitre.
Hoy sigue para ésa el mayor Dardo Rocha, que pidió su baja y le fue dada.
Llegó aquí el ejército del comandante Joaquín Viejobueno. Viene a curarse, pues se halla bastante enfermo, y sólo así ha podido separarse de sus compañeros un oficial tan pundonoroso y lleno de valor como este.
Los nuevos proveedores del ejército brasileño, están ya en aptitud decumplir religiosamente sus compromisos, no sólo por la actividad reconocida del señor Lanús, sino porque este ha tenido la buena idea de arreglarse con el señor Cabal, a quien ha comprado por un valor de 10.000 onzas de oro las grandes existencias que tenía.
Las condiciones de este negocio han sido ventajosas para uno y para otro.
Ya les dije otra vez que desgraciadamente López tiene espías que lo sirven con actividad.
Como prueba de ello les remito original, un pase que se ha encontrado en uno de los muertos de la última refriega, y que dice así: “El resguardo de la rivera hará pasar a la izquierda del Paraná al correntino Juan Esteban Costa, llevando dos libras de yerba mate. El oficial encargado de las trincheras dará salvoconducto hasta Santo Tomás. Villa de la Encarnación, julio 31 de 1866. Firmado: Cárdenas.”
Como ustedes ven lo de las dos libras de yerba no es más que el pretexto, pues por el pase se conoce perfectamente que el tal Acosta era uno de los espías que servían a López. Hoy tampoco le faltan.
Hoy a las 12 hemos oído aquí un cañoneo. Al principio creímos
que fuese el ataque de Curupaytí, pero habiendo cesado más tarde, se supone que sea simplemente las salvas que han hecho los buques de guerra brasileños festejando el aniversario de la independencia de aquel país.
Me inclino a creer que no pueda ser otra cosa desde que ausente el presidente Mitre del Cuartel General no es presumible que haya tenido lugar ningún tipo de hecho de armas sobre Curupaytí .
Lo que es hoy, me guardaré bien de anunciarles a ustedes cuándo tendrá lugar la batalla, puesto que desde que se habla de modificaciones en el plan general que debía ejecutarse, no me es fácil saber la demora a que la variación pueda prestarse.
A pesar de esto les repito a ustedes que me consta de una manera positiva que el general Mitre está bastante apurado que quiere obrar, y que lo hará a despecho de todo y de todos.
Al cerrar esta carta recibo la orden del día con que el general en jefe anunció al ejército la toma de Curuzú, que dice así:
“Orden del día. Tuyutí 3 de septiembre de 1866.
El 2° cuerpo del ejército brasileño a las órdenes del general barón de Porto Alegre tomó por asalto la batería de Curuzú .
Quedan en nuestro poder banderas, armas de varias clases, 11 piezas de artillería, 1 de 68, 2 de 32, y 8 de bronce del calibre de 1 a 12.
El triunfo ha sido completo. La comportación de nuestros aliados ha sido brillante. Las avanzadas del 2° cuerpo están sobre Curupaytí. La escuadra brasileña sigue aún frente a Curuzú. Bartolomé Mitre.”
Falstaff
11 de septiembre de 1866.
Vapor Guaraní. Corrientes, 7 de septiembre de 1866.
Después de mi última por el Iron King que entregué al amigo Constant y que ya supongo en poder de ustedes, comprendo la impaciencia con que esperarían ustedes o miida para esa o la primera mía en que les anunciase algún acontecimiento decisivo, ya que tanto se ha estado anunciando en estos últimos días.
Desgraciadamente no es así.
Hace un momento que vengo del campamento en el vapor Itapirú que conduce la correspondencia para ésa, y aunque algo podré decirles de nuevo, nada decisivo tengo que transmitir a ustedes todavía.
Y ¿por qué?, preguntarán ustedes con toda impaciencia. Más adelante veré si se los digo.
Por ahora, empezaré por el principio, por el ataque y toma de la batería Curuzú.
Como dije a ustedes ésta se hallaba completamente emboscada en un punto en el cual era materialmente imposible que fuese vista de a bordo.
Cuando el buque de vanguardia se halló a tiro de cañón, los paraguayos rompieron el fuego con mediano éxito al principio, un poco mejor más tarde, y con mucho fin.
Sin embargo, el día 1 la escuadra no pudo apagar del todo los fuegos enemigos.
El 2 siguió el combate; pero cuando el hermosísimo acorazado Río Janeiro se acercaba resueltamente a la batería, se le vio sumergirse repentinamente, salvándose de su tripulación, que era de 150 hombres, solamente 80.
Los demás, incluso su digno comandante, encontraron una tumba tan repentina como fatal en las aguas del río Paraguay.
Como jamás les he de asegurar nada que no me conste de una manera positiva, yo me guardaré bien de decirles como se ha perdido el encorazado.
La voz más generalizada, sobre todo aquí en Corrientes, es que chocó con un torpedo. Yo no lo sé de cierto. Por tanto, me reservo averiguar la verdad. Entonces se las transmitiré .
Pasó el día 2, sin que Curuzú cayese todavía en poder de nuestros aliados. Por fin el 3 el barón de Porto Alegre, que, como dije a ustedes, hace quince días tiene un lindo ejército, resolvió desembarcar sus infantes protegidos por el fuego de algunos buques de la escuadra.
Una vez que tuvo en tierra una columna respetable, la hizo avanzar sobre los atrincheramientos de Curuzú, levantados por el lado de tierra en precaución de un ataque por allí .
Los paraguayos flanquearon inmediatamente sus piezas volantes, y rompieron el fuego sobre la columna brasileña, que calando bayoneta, se lanzó resueltamente al ataque.
El combate fue reñido y sangriento. Al poco tiempo de iniciado, el enemigo se puso en precipitada fuga, consiguiendo llevarse tres pequeñas piezas; pero según le dice el barón de Porto Alegre al general Mitre en su parte, que he visto, sin precisar el número de nuestros enemigos, le asegura que fue grande, y según los datos que tengo del carácter de este militar, lo creo un hombre tan serio como circunspecto.
Posteriormente he sabido, que en el sitio del combate se han enterrado 700 cadáveres paraguayos, ascendiendo la pérdida de nuestros aliados, que se batieron heroicamente, a 800 y pico de hombres, entre estos, 200 muertos.
Los paraguayos fugitivos de ese combate, se replegaron, en su mayor parte, sobre las fortificaciones que se extienden al frente de las posiciones que ocupa el ejército aliado.
Una vez que el barón de Porto Alegre tuvo en tierra todo su ejército aumentado al tiempo de marchar hasta 9.000 hombres, levantó una ligera batería a su frente para impedir un golpe de mano, quedando acampado sobre la costa, donde se halla protegido por la escuadra.
Creímos todos en el ejército, y aun en los mismos buques de la flota imperial, que al siguiente día la toma de Curuzú, el señor vizconde de Tamandaré, dando cumplimiento a la acordado definitivamente en la conferencia del 28 del pasado, habría seguido sin demora a batir la posición de Curupaytí .
Más no ha sido así.
Después de haber volado el acorazado Río de Janeiro, la es- cuadra se ha limitado a bombardear el campamento de López, siendo el fuego producido por ese bombardeo el que escuché yo en Corrientes al mismo tiempo de cerrar mi carta anterior, y el que nos hizo creer a todos en vista de los datos que teníamos que hace tres días se estaba dando la gran batalla.
¿Por qué no ha continuado subiendo la escuadra? ¿Por qué se ha detenido después de iniciadas sus operaciones sobre Curuzú?.
Sería preciso que ya me hallase muy inmediato al vizconde de Tamandaré para conocer las razones que haya podido tener para obrar así, más debo suponer que el tristísimo siniestro que ha privado a su escuadra del concurso del Río Janeiro, no habrá influido en lo más mínimo en el ánimo del señor vizconde a contenerlo en la carrera de gloria que podría abrir a sus tripulaciones después del largo tiempo que las ha tenido sin otra ocupación que la de contemplar tranquilas las costas que tenían a uno y otro lado.
Al día siguiente de la toma de Curuzú tuvo lugar el gran reconocimiento sobre el campo enemigo.
Éste se practicó por el centro y la derecha no habiéndolo hecho por la izquierda que harto bien conocida quedó en los sangrientos combates del 16 y 18.
A las 2.00 de la madrugada de ese día, el 4, los batallones Legión Militar y 3° de línea marcharon a emboscar en el seno del monte que se halla situado entre los Esteros Leguizamón y Yataytí-Corá, y en que tan heroicamente se batieron el 11 de julio la Legión Militar y los batallones 1° y 3° de línea.
Al venir el día se escogieron 51 hombres de cada uno de los dos batallones que nombré antes, dándole el mando a un capitán. A las nueve de la mañana estas fuerzas desplegaron en guerrillas al mando del coronel Charlone, quedandola reserva, que la componía el resto de esos dos batallones, al del mayor Alegre.
Al mismo tiempo, por si efectuaba este pequeño movimiento, aparecieron por la derecha nuestras columnas de caballería, que escalonadas y en número de 2.500 hombres perfectamente montados, avanzaron hacia el campo enemigo.
Al romper el fuego nuestras guerrillas, los paraguayos empezaron a retirarse, yendo a colocarse en una zanja que está del otro lado del estero, a seis cuadras de sus fortificaciones, y protegidos por una pieza de a 68 que tienen en ese lado de lalínea y que no cesaba de hacer fuego.
Al llegar al estero, el coronel Charlone mandó cargar, la vadeó, pasó la zanja y nuestros soldados se apoderaron entonces de todo cuanto tenían los paraguayos en su guardia, incluso algunos impresos que les adjunto para que maten sus horas de fastidio.
El enemigo dejó una porción de muertos y heridos, siendo el resultado positivo de este reconocimiento, el conocer bien algunas posiciones que antes no conocíamos.
En ese pequeño hecho de armas, se tomaron al enemigo 11 prisioneros y 7 caballos que por su estado de flacura fue preciso matar, pues no se movían siquiera.
Por nuestra parte sólo tuvimos diez heridos de infantería y un muerto, y cuatro soldados de caballería heridos.
Ésta la mandaba el general Flores que llevaba a sus órdenes a los generales Hornos, Cáceres y Mena Barreto.
El día antes del reconocimiento tuve el placer de apretarla mano al valiente coronel Ignacio Segovia, quien me dijo que jamás habían estado nuestras caballerías mejor montadas, y que los que con caballos de esa especie no se portasen bien el día del combate, no tendrían disculpa posible.
A pesar de haberse iniciado las operaciones, el general Flores insiste en retirarse, y es tal su insistencia a este respecto que en Itapirú se halla un vapor que se ha puesto expresamente a su disposición.
La insistencia del general en estos momentos podría hacer creer que sabe o teme que las operaciones vuelvan nuevamente a suspenderse, pero yo tengo demasiada fe en la palabra del general Mitre para suponer una cosa semejante.
Se dice que el plan de operaciones ha sido notablemente modificado, y se cree que esto sea debido a las declaraciones de un paraguayo pasado que llegó anteayer; pues yo no creo que el incidente sufrido en el río en medio del triunfo obtenido por los infantes de Porto Alegre pueda influir en la modificación de que he oído hablar esta mañana en el campamento.
De todos modos, es indudable que algo nuevo debe haber, puesto que momentos antes de haber salido yo hoy de Itapirú, el presidente de laRepública se embarcó a bordo del vapor Cosmos, y subiendo aguas arriba se dirigió al fondeadero de la escuadra a tener allí una conferencia con el señor vizconde de Tamandaré y el barón Porto Alegre.
Me complazco en asegurar a ustedes que en este momento reina el más perfecto acuerdo entre los generales encargados de dirigir estas grandes operaciones militares, cuya pronta solución tanto interesa a los tres pueblos que están derramando su sangre desde que se inició la lucha con el tirano paraguayo.
Los suicidios parece que están a la orden del día.
Después del desgraciado mayor Panelo, acaba de imitar su ejemplo el capitán Pereira, del 9° de línea. Ignoro las causas que haya tenido para quitarse la vida en momentos en que podía haberla perdido con más gloria.
El general Paunero, a pesar de hallarse bastante enfermo, regresó al ejército donde se halla desde el día 2.
Dice el viejo soldado que no quiere dejar de asistir a esta última función.
Todos los oficiales argentinos que estaban en estado de marchar en los hospitales, ayer fueron dados de alta, recibiendola orden de seguir inmediatamente a incorporarse a sus diferentes cuerpos. Hoy mismo siguen para el ejército la mayor parte de ellos.
En este puerto no queda otro vapor más que el hermoso Amazonas. Todos los demás están en el teatro de las operaciones o en el Paso de la Patria.
El Weagen salió esta mañana para el Rosario en busca de cabellos.
El Ministro Octaviano, que anduvo por el río, regresó anteayer a ésta; pero anoche volvió a subir para tomar parte en la conferencia a que ha ido el presidente Mitre.
Hoy sigue para ésa el mayor Dardo Rocha, que pidió su baja y le fue dada.
Llegó aquí el ejército del comandante Joaquín Viejobueno. Viene a curarse, pues se halla bastante enfermo, y sólo así ha podido separarse de sus compañeros un oficial tan pundonoroso y lleno de valor como este.
Los nuevos proveedores del ejército brasileño, están ya en aptitud decumplir religiosamente sus compromisos, no sólo por la actividad reconocida del señor Lanús, sino porque este ha tenido la buena idea de arreglarse con el señor Cabal, a quien ha comprado por un valor de 10.000 onzas de oro las grandes existencias que tenía.
Las condiciones de este negocio han sido ventajosas para uno y para otro.
Ya les dije otra vez que desgraciadamente López tiene espías que lo sirven con actividad.
Como prueba de ello les remito original, un pase que se ha encontrado en uno de los muertos de la última refriega, y que dice así: “El resguardo de la rivera hará pasar a la izquierda del Paraná al correntino Juan Esteban Costa, llevando dos libras de yerba mate. El oficial encargado de las trincheras dará salvoconducto hasta Santo Tomás. Villa de la Encarnación, julio 31 de 1866. Firmado: Cárdenas.”
Como ustedes ven lo de las dos libras de yerba no es más que el pretexto, pues por el pase se conoce perfectamente que el tal Acosta era uno de los espías que servían a López. Hoy tampoco le faltan.
Hoy a las 12 hemos oído aquí un cañoneo. Al principio creímos
que fuese el ataque de Curupaytí, pero habiendo cesado más tarde, se supone que sea simplemente las salvas que han hecho los buques de guerra brasileños festejando el aniversario de la independencia de aquel país.
Me inclino a creer que no pueda ser otra cosa desde que ausente el presidente Mitre del Cuartel General no es presumible que haya tenido lugar ningún tipo de hecho de armas sobre Curupaytí .
Lo que es hoy, me guardaré bien de anunciarles a ustedes cuándo tendrá lugar la batalla, puesto que desde que se habla de modificaciones en el plan general que debía ejecutarse, no me es fácil saber la demora a que la variación pueda prestarse.
A pesar de esto les repito a ustedes que me consta de una manera positiva que el general Mitre está bastante apurado que quiere obrar, y que lo hará a despecho de todo y de todos.
Al cerrar esta carta recibo la orden del día con que el general en jefe anunció al ejército la toma de Curuzú, que dice así:
“Orden del día. Tuyutí 3 de septiembre de 1866.
El 2° cuerpo del ejército brasileño a las órdenes del general barón de Porto Alegre tomó por asalto la batería de Curuzú .
Quedan en nuestro poder banderas, armas de varias clases, 11 piezas de artillería, 1 de 68, 2 de 32, y 8 de bronce del calibre de 1 a 12.
El triunfo ha sido completo. La comportación de nuestros aliados ha sido brillante. Las avanzadas del 2° cuerpo están sobre Curupaytí. La escuadra brasileña sigue aún frente a Curuzú. Bartolomé Mitre.”
Falstaff
11 de septiembre de 1866.
Fecha válida
1866-09-10