"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
03 y 04-09-1866
Título/Asunto
"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado el 3 y 4 de septiembre de 1866 en La Tribuna, p. 2, 3ra columna. Sección: “Teatro de la guerra”. Carta firmada por Falstaff (seudónimo). La fecha de la carta corresponde al 28 de agosto de 1866. Transcripción de carta del doctor Francisco J. Muñiz a Mansilla sobre el traslado en barco de heridos. Elogios por su entrega a la tarea y críticas por la falta de médicos que se le asemejen. Críticas a Tamandaré. Transcripción de un fragmento del paraguayo Semanario que trata sobre una supuesta manifestación popular del pueblo paraguayo en el Club Nacional en repudio a la noticia del pacto de la Triple Alianza contra Paraguay.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Falstaff (Seudónimo atribuido a Lucio V. Mansilla/Héctor Varela)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Nota de investigación
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
Racionamiento del ejército. El venerable doctor Francis- co Javier Muñiz. Aplausos a la generosidad de Mariano Cabal. Críticas a Tamandaré. Párrafos del periódico El Semanario, de Asunción. Burlas a la literatura paraguaya. Inminente retiro del general Flores.
Corrientes, 28 de agosto de 1866.
Vapor Proveedor
Hace dos horas entregué una extensa carta a un joven paraguayo que salió para esa en el vapor Paysandú.
Aunque en estos momentos de expectativa, de una hora para otra puede haber grandes novedades, ninguna ha ocurrido en las dos horas que median entre mi anterior y la presente.
Algo he averiguado empero, que en el interés de comunicarles cuanto sepa, se los diré .
El señor Lanús, proveedor del ejército argentino, recibió una nota del jefe de Estado Mayor preguntándole si podría racionar el ejército para cuatro días, en caso de que se le pidiesen esas raciones, pasado mañana.
Como ustedes ven, el plazo que se fija indica que no han sido malos mis informes al decirles, que el ataque debe tener lugar del 1 al 2 del entrante septiembre.
Ignoro lo que haya contestado el señor Lanús, pero como recién acaba de hacerse cargo de la proveeduría del ejército brasileño, no sería difícil que quizá no pudiese dar de pronto, y de un momento para otro, las raciones que se le piden.
Si así sucediese sería a la verdad lamentable que por falta de alimentos el ejército aliado no pudiese emprender sus operaciones.
Espero, no obstante, que esto no sucederá, y que la operación anunciada se llevará a cabo, salvo que su excelencia, el señor vizconde de Tamandaré vuelva a empacarse, por cuarta vez.
Hablé a ustedes antes del interés, verdaderamente paternal, con que el venerable doctor Muñiz, atiende a nuestros heridos.
Como una prueba de ese interés, les adjunto una cartita que me escribió hoy hablándome sobre los heridos que conduce el Proveedor. Es la siguiente: “Mi estimadísimo amigo: La feliz nueva que usted me comunica, me ha llenado de gozo, al mismo tiempo que me saca de apuros. Cien ¡bravos! a la benevolencia y patriotismo del generoso señor Cabal. Deseo saber, para prepararme y preparar, si ya desde mañana contamos con tan gran beneficio, y si es así, si algo más hay que poner a bordo que hombres, medicinas y colchones para los que los necesiten. Un fuerte apretón de manos al señor Cabal, pues su noble y desinteresado proceder es digno de todo elogio. Esta noche dormirá tranquilo su amigo y servidor Francisco J. Muñíz. Hospital de la Batería 27 de agosto de 1866”. En estos renglones, escritos de amigo a amigo, y en el seno de la más íntima confianza, está retratado el hombre.
¡Ya lo ven ustedes! El doctor Muñíz dice que dormirá tranquilo porque sabe que se le proporciona pasaje para una parte de los heridos que tiene en sus hospitales.
Y, ¿será posible que tan noble conducta no encuentre imitadores?
¡Y qué! Esos médicos de Buenos Aires que ganan cuanto quieren en tiempo de paz, ¿no tendrán, una vez al menos, el noble coraje de ofrecer sus servicios en tiempo de guerra?
¡Infame sería que los que hoy o mañana pueden caer postrados por el plomo enemigo, tengan que sucumbir por falta de asistencia! La fuerza que el barón de Porto Alegre piensa desembarcar en las primeras barrancas de Curupaytí, ascenderán a 6.000 infantes.
Puedo asegurar a ustedes que esta tropa tiene el mejor aspecto posible y que su porte promete.
Algunos oficiales con quienes churrasqueé en Itapirú antes de venirme, me decían, que estaban con fome d´entrar em fogo, esto es, con hambre de pelear.
Lo creo fácilmente, pues, como es natural, desearon participar de las gloriosas adquiridas por el ejército del simpático general Osorio.
Una de las cosas que nadie comprende, es la idea que ha tenido Tamandaré de establecer una batería en el Chaco, frente a Curupaytí .
Si no tuviese buques acorazados; si sus cañones no fuesen de un calibre mucho superior a los que tiene López, se comprendería el establecimiento de esa batería, para proteger el desembarco de los infantes; pero teniendo siete acorazados y una flota de primer orden, tanto por su material cuanto por su personal, no se comprende la idea del vizconde, si bien es cierto que a este buen señor se le ha puesto triunfar sin perder un hombre, ni exponer un buque.
¡Tales han sido sus palabras!
Felizmente los ejércitos de tierra no cuentan para nada con Tamandaré, y mal que les pese a los malvados y a los timoratos, han de llevar sus pendones triunfantes hasta los últimos aduares de la tiranía paraguaya.
Después decerradami anterior, nuestro común amigo el simpático Santiago Constant, me ha proporcionado otro número del Semanario del 18.
Por si ustedes no lo hubiesen recibido –lo que no espero– les transcribiré aquí las palabras que ese papelucho consagra a una reunión popular que, dice, haber tenido lugar en la Asunción, con motivo del tratado de la Triple Alianza.
El Semanario se expresa de este modo:
Desde el momento que ha visto la luz pública el infame tratado secreto del Imperio del Brasil y sus aliados contra la República, el pueblo se ha cubierto de tal indignación que se han exaltado los ánimos de todas las clases de nuestra sociedad de una manera digna de un pueblo glorioso y libre.
En las casas, en las calles, en las plazas, en los corrillos, en todas partes era la materia de fervientes conversaciones, y como una consecuencia natural de la opinión pública, ha estallado el ardoroso pronunciamiento de las masas que se han agrupado en la prima noche de ayer al local en que otras veces se han reunido los ciudadanos notables para tratar y deliberar asuntos de interés público.
Grandioso como imponente ha sido el espectáculo del que ha sido teatro el Club Nacional desde la sobretarde de ayer día hasta la mañana de hoy.
Magnífico espectáculo es ciertamente ver a las masas populares invadiendo aquel gran edificio en que se ocupaban los ciudadanos de un pensamiento nacido del seno mismo del pueblo.
Los salones estaban llenos de hombres y mujeres, así como el gran patio, el pavimento, y las calles de las avenidas de aquel local en que los ánimos profundamente indignados fulminaban sus votos de execración contra el inicuo pacto de la Triple Alianza contra el Paraguay.
Desde una larga distancia se percibía el murmullo de la multitud que había acudido a aquel lugar, y los vivas y aclamaciones a la Patria y al Jefe Supremo de la República resonaban en el aire con prolongados mueras a los aliados y sus secuaces.
Para penetrar a los salones era necesario luchar con la dificultad del tránsito completamente obstruido por la gente, y había que resignarse a obtenerlo con un esfuerzo sobrehumano.
Sobre todos los acontecimientos de esta naturaleza, que ha exhibido el pueblo heroico de la Asunción, este ha sido, sin duda, el más graduado y esplendente: jamás se ha presenciado mayor animación y entusiasmo, ni mayor avidez, de ser todos partícipes, de ser todos primeros actores del conocido objeto de este gran meeting.
Una banda de música entonaba melodiosos aires y marciales sonatas que electrizaban aún más los ánimos varoniles de las masas populares, y todas las clases de nuestra sociedad acariciaban en aquellos momentos su ferviente decisión de volar al campo de batalla para vengar los ultrajes tan groseramente inferidos al honor de la República y del Supremo Gobierno por sus tradicionales enemigos coligados con el perverso designio de una conquista con el pretexto de libertad, y con al sarcasmo de que no traen la guerra al pueblo paraguayo, cuando conspiran directa e inmediatamente contra su desaparición del catálogo de las naciones libres e independientes.
Los juicios discursos, las elocuentes manifestaciones del pueblo sobre la suerte de la Patria demuestran que está en el corazón de todos y de cada uno la convicción más profunda de los males que nos desean, y de que ahora más que nunca deben emplearse todos los medios a su alcance y redoblar los esfuerzos para destruir el poder de esos enemigos los más infames que podemos tener sobre la tierra.”
No sigo transcribiendo más, porque con lo transcripto, basta y sobra para apreciar la literatura paraguaya de López.
Excuso decir a ustedes que nadie cree que tal reunión haya tenido lugar, y que todo no pasa de una ridícula invención de López, pues en la Asunción ya no queda ni quien pueda pensar.
Hace rato que llegó de Itapirú un jefe del ejército oriental.
Confirma la retirada del general Flores, que vendrá a ésta el día 5, para embarcarse en el vapor de su nombre, que se espera aquí del 5 al 6 de septiembre.
Falstaff
4 de septiembre de 1866.
Corrientes, 28 de agosto de 1866.
Vapor Proveedor
Hace dos horas entregué una extensa carta a un joven paraguayo que salió para esa en el vapor Paysandú.
Aunque en estos momentos de expectativa, de una hora para otra puede haber grandes novedades, ninguna ha ocurrido en las dos horas que median entre mi anterior y la presente.
Algo he averiguado empero, que en el interés de comunicarles cuanto sepa, se los diré .
El señor Lanús, proveedor del ejército argentino, recibió una nota del jefe de Estado Mayor preguntándole si podría racionar el ejército para cuatro días, en caso de que se le pidiesen esas raciones, pasado mañana.
Como ustedes ven, el plazo que se fija indica que no han sido malos mis informes al decirles, que el ataque debe tener lugar del 1 al 2 del entrante septiembre.
Ignoro lo que haya contestado el señor Lanús, pero como recién acaba de hacerse cargo de la proveeduría del ejército brasileño, no sería difícil que quizá no pudiese dar de pronto, y de un momento para otro, las raciones que se le piden.
Si así sucediese sería a la verdad lamentable que por falta de alimentos el ejército aliado no pudiese emprender sus operaciones.
Espero, no obstante, que esto no sucederá, y que la operación anunciada se llevará a cabo, salvo que su excelencia, el señor vizconde de Tamandaré vuelva a empacarse, por cuarta vez.
Hablé a ustedes antes del interés, verdaderamente paternal, con que el venerable doctor Muñiz, atiende a nuestros heridos.
Como una prueba de ese interés, les adjunto una cartita que me escribió hoy hablándome sobre los heridos que conduce el Proveedor. Es la siguiente: “Mi estimadísimo amigo: La feliz nueva que usted me comunica, me ha llenado de gozo, al mismo tiempo que me saca de apuros. Cien ¡bravos! a la benevolencia y patriotismo del generoso señor Cabal. Deseo saber, para prepararme y preparar, si ya desde mañana contamos con tan gran beneficio, y si es así, si algo más hay que poner a bordo que hombres, medicinas y colchones para los que los necesiten. Un fuerte apretón de manos al señor Cabal, pues su noble y desinteresado proceder es digno de todo elogio. Esta noche dormirá tranquilo su amigo y servidor Francisco J. Muñíz. Hospital de la Batería 27 de agosto de 1866”. En estos renglones, escritos de amigo a amigo, y en el seno de la más íntima confianza, está retratado el hombre.
¡Ya lo ven ustedes! El doctor Muñíz dice que dormirá tranquilo porque sabe que se le proporciona pasaje para una parte de los heridos que tiene en sus hospitales.
Y, ¿será posible que tan noble conducta no encuentre imitadores?
¡Y qué! Esos médicos de Buenos Aires que ganan cuanto quieren en tiempo de paz, ¿no tendrán, una vez al menos, el noble coraje de ofrecer sus servicios en tiempo de guerra?
¡Infame sería que los que hoy o mañana pueden caer postrados por el plomo enemigo, tengan que sucumbir por falta de asistencia! La fuerza que el barón de Porto Alegre piensa desembarcar en las primeras barrancas de Curupaytí, ascenderán a 6.000 infantes.
Puedo asegurar a ustedes que esta tropa tiene el mejor aspecto posible y que su porte promete.
Algunos oficiales con quienes churrasqueé en Itapirú antes de venirme, me decían, que estaban con fome d´entrar em fogo, esto es, con hambre de pelear.
Lo creo fácilmente, pues, como es natural, desearon participar de las gloriosas adquiridas por el ejército del simpático general Osorio.
Una de las cosas que nadie comprende, es la idea que ha tenido Tamandaré de establecer una batería en el Chaco, frente a Curupaytí .
Si no tuviese buques acorazados; si sus cañones no fuesen de un calibre mucho superior a los que tiene López, se comprendería el establecimiento de esa batería, para proteger el desembarco de los infantes; pero teniendo siete acorazados y una flota de primer orden, tanto por su material cuanto por su personal, no se comprende la idea del vizconde, si bien es cierto que a este buen señor se le ha puesto triunfar sin perder un hombre, ni exponer un buque.
¡Tales han sido sus palabras!
Felizmente los ejércitos de tierra no cuentan para nada con Tamandaré, y mal que les pese a los malvados y a los timoratos, han de llevar sus pendones triunfantes hasta los últimos aduares de la tiranía paraguaya.
Después decerradami anterior, nuestro común amigo el simpático Santiago Constant, me ha proporcionado otro número del Semanario del 18.
Por si ustedes no lo hubiesen recibido –lo que no espero– les transcribiré aquí las palabras que ese papelucho consagra a una reunión popular que, dice, haber tenido lugar en la Asunción, con motivo del tratado de la Triple Alianza.
El Semanario se expresa de este modo:
Desde el momento que ha visto la luz pública el infame tratado secreto del Imperio del Brasil y sus aliados contra la República, el pueblo se ha cubierto de tal indignación que se han exaltado los ánimos de todas las clases de nuestra sociedad de una manera digna de un pueblo glorioso y libre.
En las casas, en las calles, en las plazas, en los corrillos, en todas partes era la materia de fervientes conversaciones, y como una consecuencia natural de la opinión pública, ha estallado el ardoroso pronunciamiento de las masas que se han agrupado en la prima noche de ayer al local en que otras veces se han reunido los ciudadanos notables para tratar y deliberar asuntos de interés público.
Grandioso como imponente ha sido el espectáculo del que ha sido teatro el Club Nacional desde la sobretarde de ayer día hasta la mañana de hoy.
Magnífico espectáculo es ciertamente ver a las masas populares invadiendo aquel gran edificio en que se ocupaban los ciudadanos de un pensamiento nacido del seno mismo del pueblo.
Los salones estaban llenos de hombres y mujeres, así como el gran patio, el pavimento, y las calles de las avenidas de aquel local en que los ánimos profundamente indignados fulminaban sus votos de execración contra el inicuo pacto de la Triple Alianza contra el Paraguay.
Desde una larga distancia se percibía el murmullo de la multitud que había acudido a aquel lugar, y los vivas y aclamaciones a la Patria y al Jefe Supremo de la República resonaban en el aire con prolongados mueras a los aliados y sus secuaces.
Para penetrar a los salones era necesario luchar con la dificultad del tránsito completamente obstruido por la gente, y había que resignarse a obtenerlo con un esfuerzo sobrehumano.
Sobre todos los acontecimientos de esta naturaleza, que ha exhibido el pueblo heroico de la Asunción, este ha sido, sin duda, el más graduado y esplendente: jamás se ha presenciado mayor animación y entusiasmo, ni mayor avidez, de ser todos partícipes, de ser todos primeros actores del conocido objeto de este gran meeting.
Una banda de música entonaba melodiosos aires y marciales sonatas que electrizaban aún más los ánimos varoniles de las masas populares, y todas las clases de nuestra sociedad acariciaban en aquellos momentos su ferviente decisión de volar al campo de batalla para vengar los ultrajes tan groseramente inferidos al honor de la República y del Supremo Gobierno por sus tradicionales enemigos coligados con el perverso designio de una conquista con el pretexto de libertad, y con al sarcasmo de que no traen la guerra al pueblo paraguayo, cuando conspiran directa e inmediatamente contra su desaparición del catálogo de las naciones libres e independientes.
Los juicios discursos, las elocuentes manifestaciones del pueblo sobre la suerte de la Patria demuestran que está en el corazón de todos y de cada uno la convicción más profunda de los males que nos desean, y de que ahora más que nunca deben emplearse todos los medios a su alcance y redoblar los esfuerzos para destruir el poder de esos enemigos los más infames que podemos tener sobre la tierra.”
No sigo transcribiendo más, porque con lo transcripto, basta y sobra para apreciar la literatura paraguaya de López.
Excuso decir a ustedes que nadie cree que tal reunión haya tenido lugar, y que todo no pasa de una ridícula invención de López, pues en la Asunción ya no queda ni quien pueda pensar.
Hace rato que llegó de Itapirú un jefe del ejército oriental.
Confirma la retirada del general Flores, que vendrá a ésta el día 5, para embarcarse en el vapor de su nombre, que se espera aquí del 5 al 6 de septiembre.
Falstaff
4 de septiembre de 1866.
Fecha válida
1866-09-03
