"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Item
Código de referencia
AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000
Fechas
02-09-1866
Título/Asunto
"Teatro de la guerra. (De nuestro corresponsal)"
Nombre de publicación/Lugar
La Tribuna - Buenos Aires
Alcance y Contenido
Artículo publicado el 2 de septiembre de 1866 en La Tribuna, p. 2, 1ra columna. Sección: “Teatro de la guerra”. Carta firmada por Falstaff (seudónimo). La fecha de la carta corresponde al 28 de agosto de 1866. La figura del corresponsal como la del judío errante. Reunión con uno de los cuatro soldados brasileños que habían sido capturado por los paraguayos días antes. Cartas en francés de un soldado aliado pasado a los paraguayos incitando a más soldados a pasarse. Consejo de guerra. Ironías sobre Tamandaré. Palabras auspiciosas de Octaviano. Presentimientos sobre el curso de la guerra. Denuncia sobre falta de médicos. Suicidio del mayor Miguel Panelo, especulaciones sobre los motivos, muerte "poco gloriosa". Un joven paraguayo pasado, Andrés González, el encargado de llevar esta misiva. Descripciones suyas sobre el ejército enemigo y el escenario del próximo combate (Curupaytí). Agregado de última hora: el ataque se hará entre el 1 y 2/9.
Idioma
Español
Firma /Seudónimo
Falstaff (Seudónimo atribuido a Lucio V. Mansilla/Héctor Varela)
Nivel de descripción
UD Simple
Volumen y Soporte
1 ejemplar - Digital
Tipología documental
Artículo
Nombre del creador
PIP Mansilla
Nota de investigación
Existencia y localización de originales
Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"
Transcripción
Noticias variadas para calmar “la natural impaciencia de los mariscales”. Un soldado brasileño apresado por los para- guayos logró escapar. Protestas de jefes por haber sido pos- tergados en sus ascensos. Fuerte contacto de guerrillas. Se prepara una gran operación y se prevé elevado número de bajas. Falta de médicos. Suicidio del mayor Miguel Panelo. Informes de un oficial paraguayo. El ataque a Curupaytí es inminente.
Corrientes, 28 de agosto de 1866.
Ya que mi vida de corresponsal tiene que parecerse algo a la del judío errante, no extrañen ustedes que, de un día para otro, les escriba en distintos puntos.
Mi última fue de Itapirú .
La mandé para que fuese por la Rosa. Espero que la hayan recibido.
Esta se las lleva el amigo Arteaga que sigue hoy con su famoso Paysandú.
El 26 al amanecer llegué al campamento de donde he regresado hoy mismo.
Esta circunstancia me permite, pues, darles una buena cosecha de noticias, tanto más buenas cuanto les escribo en vísperas de algo grande, algo que, satisfaciendo la legítima ansiedad de tres pueblos, calmará la natural impaciencia de los mariscales.
Empezaré, pues.
El 26, poco después de llegada al campamento, se vino pasado uno de los cuatro soldados brasileños que los paraguayos consiguieron llevarse el día 16, y que los tenían en Curupaytí .
Este feliz mortal dice que él y sus compañeros consiguieron evadirse, pero que al salir del monte éstos creyeron que nuestras avanzadas eran enemigos y temiendo caer en su poder volvieron a internarse tomándola dirección de la costa.
Mucho me temo que si no han logrado llegar a un punto donde pudieran embarcarse para ganar la escuadra, hayan vuelto a caer en manos de esos bárbaros.
Pronto lo sabré.
Un soldado del 5° de línea, que también se halla con los paraguayos, tiró a nuestras avanzadas algunas cartas escritas en francés, incitando a los aliados a pasarse, diciéndoles que allí los trataba López perfectamente.
Ya comprenderán ustedes el efecto que producirán tales desatinos.
Los comandantes Charlone y Roseti, al ver que se habían dado ascensos a Luis María Campos y Fraga, y que nada se decía de ellos en la orden del día, creyéndose desairados, y por consiguiente ofendidos, se presentaron pidiendo su separación del ejército por medio de dos notas algo significativas.
La de Charlone, sobre todo, es un documento que le hace honor.
En ella decía al general Mitre “que tenía la conciencia de que en el ejército no había un solo jefe que hubiese llevado sus soldados más adelante, ni a más combates victoriosos que él”.
Al día siguiente, Charlone y Roseti, fueron dados a reconocer como coroneles graduados y la paz volvió a reinar entre los príncipes cristianos.
El 26 hubo también una fuerte guerrilla.
Tuvimos en ella cinco heridos: uno de caballería y cuatro soldados del batallón tucumano.
Durante la noche, el enemigo emboscó alguna gente en el célebre monte que tantas víctimas nos costó el 11 de julio, monte que sólo dista diez cuadras de nuestras trincheras, y en cuyo trayecto se encuentra el estero Leguizamón.
Al avanzar nuestras descubiertas, les hicieron una descarga.
Entonces se trabó el combate que al principio pareció tener un carácter serio, puesto que inmediatamente se pusieron sobre las armas, las legiones militares, el cuerpo de Pipo, el 4° y 6° de línea, y los batallones riojano y tucumano.
A las 10.00, sin embargo, todo está concluido.
Me felicito de haber anunciado a ustedes en mis dos anteriores que alguna gran operación se prepara para muy pronto, para dentro de 4 o 6 días quizá, pues el incesante movimiento que se nota en toda la línea del ejército, en Itapirú, en la escuadra y aun aquí mismo en Co- rrientes, indica que las operaciones van a empezar ya, muy luego.
Ayer volvió el consejero Octaviano a Itapirú, y asistió a un nuevo consejo de guerra que se celebró a bordo del Apa, transformado en una especie de Capua donde el señor Tamandaré ve deslizar las horas del día y de la noche deleitándose con las armonías de una linda banda de música, que no tiene otra misión que solazar a su excelencia.
No asistieron a esa conferencia, sino el susodicho y nunca bien ponderado vizconde, el barón de Amazonas y los generales Polidoro, Porto Alegre y Octaviano.
Concluida la conferencia, Octaviano volvió a Corrientes, donde dijo hoy a un amigo que lo fue a visitar: “Gracias a Dios: ya estamos de acuerdo, y dentro de pocos momentos habremos concluido con el poder de López” .
No sé hasta qué punto se realiza la profecía del honorable ministro.
Yo cumplo con repetir sus palabras, agregando que tengo una fe profunda en el éxito de esta empresa, si bien comprendo que nos costará mucha sangre, pues aquí nadie duda que los paraguayos han de seguir peleando con arrojo.
A propósito de esto, les diré que he oído decir al general Paunero, a bordo del Guardia Nacional y en presencia de varias personas, que un ataque decisivo sobre las posiciones enemigas nos costará el sacrificio de 6.000 a 8.000 hombres, obteniendo en cambio una completa victoria.
Repito, y me lavo las manos aunque no como Pilatos.
Los regimientos 1° y 3° de línea argentinos, algunos brasileños y la escolta del general Flores, están montados ya. Tienen magníficos caballos.
El general Hornos está al mando de nuestras caballerías; pero el grueso de los regimientos de jinetes se pondrá inmediatamente a las órdenes del general Flores.
Verdad es que este mando no podrá ser de larga duración, pues el presidente de la República Oriental pasó anteayer una nota a los generales Mitre y Polidoro manifestándose la resolución irrevocable que tenía de separarse del ejército el día 5 del corriente.
Conozco los términos de esta nota y puedo asegurar a ustedes que son terminantes.
La resolución del general Flores ha influido bastante en la que se ha tomado para emprender inmediatamente las operaciones.
Hace tres días que se han estado subiendo al río Paraguay, carretas, cañones y una gran cantidad de proyectiles. Estos últimos con la intención de establecer una batería en el Chaco frente a Curupaytí .
Hoy se han llevado al ejército dos cañones de a 68, y estando yo allí se probó el famoso prusiano.
Nuestro amigo Scuriano será uno de los testigos del próximo combate. El vapor Julia que manda es destinado a conducir tropas, debiendo quedar enseguida como hospital flotante.
Para esto es un buque de excelentes comodidades.
El vapor Proveedor sale hoy conduciendo para esa 85 heridos argentinos.
Aquí creo de justicia hacer un elogio a su dueño, el señor Cabal.
Como dije a ustedes, este señor había ofrecido conducir gratis 20 heridos en cada viaje de sus vapores; pero habiéndole significado el doctor Muñiz la conveniencia de dejar los menos heridos posibles en los hospitales de Corrientes, el señor Cabal manda por el Proveedor 85, en vez de los 20 acordados.
Me complazco en anunciarles que el incansable y siempre querido doctor Muñiz se halla restablecido de la última enfermedad que contrajo en el desempeño de sus humanitarias funciones.
Así como en el ejército se maldice el egoísmo infame de los médicos que en esa se hacen sordos a lo voz de los que les piden a gritos que vengan al teatro de laguerra para atender a los que caen combatiendo en el campo de batalla, así también se bendice el nombre del doctor Muñiz.
Y a propósito, ¿qué piensa hacer ese Gobierno para que los heridos tengan quien los cure?
Ya no es un misterio que dentro de tres o cuatro días va a correr mucha sangre.
Los médicos que hay en el ejército son insuficientes.
¿Consentirá el Gobierno que nuestros heridos mueran por no tener quien los cure?
Prefiero callar por no entrar en las consideraciones a que daría lugar un hecho tan escandaloso.
En la última guerrilla los paraguayos tiraron el Semanario del 18. He obtenido uno que les adjunto, recomendándoles su lectura.
Ayer por la mañana, el mayor Miguel Panelo, del batallón santafesino, sorprendió al ejército intentando suicidarse, disparándose un pistoletazo en las sienes.
Cuando lo dejé, los médicos daban muy poca esperanza de salvarlo.
Aun cuando se ignora la verdadera causa de este lamentable incidente, se cree que él no sea ajeno a ciertas intrigas de que no ha querido hacer víctima al batallón santafesino.
De todos modos, se lamenta en el ejército que el mayor Panelo pueda morir de un modo tan poco glorioso, en víspera de una batalla, en la que quizá podría haberse distinguido con gloria, para él y para su patria.
Acabo de estar a bordo del Proveedor.
De esta vez, los heridos van con todas las comodidades dignas de los que se sacrifican en honor de su bandera.
Como no había colchones, el señor Cabal los ha comprado por su cuenta, ha mandado a bordo una gran cantidad de provisiones y ha dado orden al capitán del vapor para que no ahorre gastos a fin de tratarlos con la consideración que se merecen.
Acompañan a estos desgraciados los doctores Mauricio Hertz y Lemos, lo que viene a reducir más y más el ya reducidísimo número de médicos que por aquí tenemos.
¡Por Dios! Pidan ustedes que se manden médicos.
En la goleta Amalia se están embarcando 1.047 fusiles, 300 cartucheras y 10 cananas de las tomadas últimamente al enemigo.
Pasan de este parque a esa ciudad.
Esta carta les será a ustedes entregada por el joven paraguayo Andrés González, uno de los dos oficiales que se pasó a la escuadra brasileña en los últimos días.
Como ustedes verán, es un joven decente y en cuya palabra se puede tener entera fe.
Ha permanecido diez días en el Apa.
En la declaración que ha dado al vizconde de Tamandaré, lo principal que le ha dicho es lo siguiente: “en Humaitá no hay arriba de 100 cañones de varios calibres, el mayor es de 68” .
Las baterías de Curupaytí están construidas como para hacer frente a un combate en tierra, principalmente una nueva a la que se ha dado el nombre de Encuruzú .
El canal del río se ha obstruido, echando a pique 5 goletas y el vapor Flying-Fish, todos cargados de piedra.
De su escuadra, López no tiene sino 5 buques armados.
En las baterías de Curupaytí, no hay sino 10 cañones, dos de 68, dos de 32 y el resto, piezas volantes.
López tiene su cuartel general entre Humaitá y las trincheras.
Según calcula el joven González, los paraguayos tendrán de 60 a 70 piezas y como 20.000 hombres de pelea.
Su opinión es que pelearán hasta el último momento.
De caballos López está muy mal, llegando la poca caballería que tiene a verse obligada a montar en yeguas.
Es lo más importante la declaración de este joven.
Por lo demás ustedes mismos pueden preguntarle lo que les interese.
Ultima hora:
Al cerrar esta carta, sé de un modo positivo, que el ataque debe efectuarse entre el sábado 1 y domingo 2 de septiembre.
De Itapirú se han hecho salir todos los enfermos y heridos que había, quedando libre los transportes para recibir los que haya.
Me guardaré bien de decir a ustedes la forma en que el enemigo va a ser atacado, limitándome tan sólo a decirles, sin que, en esto, creo que haya imprudencia, que los generales Mitre y Flores no están de perfecto acuerdo respecto al punto en que el enemigo debe ser atacado en las líneas que ocupa.
Me despido en la esperanza de que mi primera le anuncie una gran batalla y por consecuencia una gran victoria.
Falstaff
2 de septiembre de 1866.
Corrientes, 28 de agosto de 1866.
Ya que mi vida de corresponsal tiene que parecerse algo a la del judío errante, no extrañen ustedes que, de un día para otro, les escriba en distintos puntos.
Mi última fue de Itapirú .
La mandé para que fuese por la Rosa. Espero que la hayan recibido.
Esta se las lleva el amigo Arteaga que sigue hoy con su famoso Paysandú.
El 26 al amanecer llegué al campamento de donde he regresado hoy mismo.
Esta circunstancia me permite, pues, darles una buena cosecha de noticias, tanto más buenas cuanto les escribo en vísperas de algo grande, algo que, satisfaciendo la legítima ansiedad de tres pueblos, calmará la natural impaciencia de los mariscales.
Empezaré, pues.
El 26, poco después de llegada al campamento, se vino pasado uno de los cuatro soldados brasileños que los paraguayos consiguieron llevarse el día 16, y que los tenían en Curupaytí .
Este feliz mortal dice que él y sus compañeros consiguieron evadirse, pero que al salir del monte éstos creyeron que nuestras avanzadas eran enemigos y temiendo caer en su poder volvieron a internarse tomándola dirección de la costa.
Mucho me temo que si no han logrado llegar a un punto donde pudieran embarcarse para ganar la escuadra, hayan vuelto a caer en manos de esos bárbaros.
Pronto lo sabré.
Un soldado del 5° de línea, que también se halla con los paraguayos, tiró a nuestras avanzadas algunas cartas escritas en francés, incitando a los aliados a pasarse, diciéndoles que allí los trataba López perfectamente.
Ya comprenderán ustedes el efecto que producirán tales desatinos.
Los comandantes Charlone y Roseti, al ver que se habían dado ascensos a Luis María Campos y Fraga, y que nada se decía de ellos en la orden del día, creyéndose desairados, y por consiguiente ofendidos, se presentaron pidiendo su separación del ejército por medio de dos notas algo significativas.
La de Charlone, sobre todo, es un documento que le hace honor.
En ella decía al general Mitre “que tenía la conciencia de que en el ejército no había un solo jefe que hubiese llevado sus soldados más adelante, ni a más combates victoriosos que él”.
Al día siguiente, Charlone y Roseti, fueron dados a reconocer como coroneles graduados y la paz volvió a reinar entre los príncipes cristianos.
El 26 hubo también una fuerte guerrilla.
Tuvimos en ella cinco heridos: uno de caballería y cuatro soldados del batallón tucumano.
Durante la noche, el enemigo emboscó alguna gente en el célebre monte que tantas víctimas nos costó el 11 de julio, monte que sólo dista diez cuadras de nuestras trincheras, y en cuyo trayecto se encuentra el estero Leguizamón.
Al avanzar nuestras descubiertas, les hicieron una descarga.
Entonces se trabó el combate que al principio pareció tener un carácter serio, puesto que inmediatamente se pusieron sobre las armas, las legiones militares, el cuerpo de Pipo, el 4° y 6° de línea, y los batallones riojano y tucumano.
A las 10.00, sin embargo, todo está concluido.
Me felicito de haber anunciado a ustedes en mis dos anteriores que alguna gran operación se prepara para muy pronto, para dentro de 4 o 6 días quizá, pues el incesante movimiento que se nota en toda la línea del ejército, en Itapirú, en la escuadra y aun aquí mismo en Co- rrientes, indica que las operaciones van a empezar ya, muy luego.
Ayer volvió el consejero Octaviano a Itapirú, y asistió a un nuevo consejo de guerra que se celebró a bordo del Apa, transformado en una especie de Capua donde el señor Tamandaré ve deslizar las horas del día y de la noche deleitándose con las armonías de una linda banda de música, que no tiene otra misión que solazar a su excelencia.
No asistieron a esa conferencia, sino el susodicho y nunca bien ponderado vizconde, el barón de Amazonas y los generales Polidoro, Porto Alegre y Octaviano.
Concluida la conferencia, Octaviano volvió a Corrientes, donde dijo hoy a un amigo que lo fue a visitar: “Gracias a Dios: ya estamos de acuerdo, y dentro de pocos momentos habremos concluido con el poder de López” .
No sé hasta qué punto se realiza la profecía del honorable ministro.
Yo cumplo con repetir sus palabras, agregando que tengo una fe profunda en el éxito de esta empresa, si bien comprendo que nos costará mucha sangre, pues aquí nadie duda que los paraguayos han de seguir peleando con arrojo.
A propósito de esto, les diré que he oído decir al general Paunero, a bordo del Guardia Nacional y en presencia de varias personas, que un ataque decisivo sobre las posiciones enemigas nos costará el sacrificio de 6.000 a 8.000 hombres, obteniendo en cambio una completa victoria.
Repito, y me lavo las manos aunque no como Pilatos.
Los regimientos 1° y 3° de línea argentinos, algunos brasileños y la escolta del general Flores, están montados ya. Tienen magníficos caballos.
El general Hornos está al mando de nuestras caballerías; pero el grueso de los regimientos de jinetes se pondrá inmediatamente a las órdenes del general Flores.
Verdad es que este mando no podrá ser de larga duración, pues el presidente de la República Oriental pasó anteayer una nota a los generales Mitre y Polidoro manifestándose la resolución irrevocable que tenía de separarse del ejército el día 5 del corriente.
Conozco los términos de esta nota y puedo asegurar a ustedes que son terminantes.
La resolución del general Flores ha influido bastante en la que se ha tomado para emprender inmediatamente las operaciones.
Hace tres días que se han estado subiendo al río Paraguay, carretas, cañones y una gran cantidad de proyectiles. Estos últimos con la intención de establecer una batería en el Chaco frente a Curupaytí .
Hoy se han llevado al ejército dos cañones de a 68, y estando yo allí se probó el famoso prusiano.
Nuestro amigo Scuriano será uno de los testigos del próximo combate. El vapor Julia que manda es destinado a conducir tropas, debiendo quedar enseguida como hospital flotante.
Para esto es un buque de excelentes comodidades.
El vapor Proveedor sale hoy conduciendo para esa 85 heridos argentinos.
Aquí creo de justicia hacer un elogio a su dueño, el señor Cabal.
Como dije a ustedes, este señor había ofrecido conducir gratis 20 heridos en cada viaje de sus vapores; pero habiéndole significado el doctor Muñiz la conveniencia de dejar los menos heridos posibles en los hospitales de Corrientes, el señor Cabal manda por el Proveedor 85, en vez de los 20 acordados.
Me complazco en anunciarles que el incansable y siempre querido doctor Muñiz se halla restablecido de la última enfermedad que contrajo en el desempeño de sus humanitarias funciones.
Así como en el ejército se maldice el egoísmo infame de los médicos que en esa se hacen sordos a lo voz de los que les piden a gritos que vengan al teatro de laguerra para atender a los que caen combatiendo en el campo de batalla, así también se bendice el nombre del doctor Muñiz.
Y a propósito, ¿qué piensa hacer ese Gobierno para que los heridos tengan quien los cure?
Ya no es un misterio que dentro de tres o cuatro días va a correr mucha sangre.
Los médicos que hay en el ejército son insuficientes.
¿Consentirá el Gobierno que nuestros heridos mueran por no tener quien los cure?
Prefiero callar por no entrar en las consideraciones a que daría lugar un hecho tan escandaloso.
En la última guerrilla los paraguayos tiraron el Semanario del 18. He obtenido uno que les adjunto, recomendándoles su lectura.
Ayer por la mañana, el mayor Miguel Panelo, del batallón santafesino, sorprendió al ejército intentando suicidarse, disparándose un pistoletazo en las sienes.
Cuando lo dejé, los médicos daban muy poca esperanza de salvarlo.
Aun cuando se ignora la verdadera causa de este lamentable incidente, se cree que él no sea ajeno a ciertas intrigas de que no ha querido hacer víctima al batallón santafesino.
De todos modos, se lamenta en el ejército que el mayor Panelo pueda morir de un modo tan poco glorioso, en víspera de una batalla, en la que quizá podría haberse distinguido con gloria, para él y para su patria.
Acabo de estar a bordo del Proveedor.
De esta vez, los heridos van con todas las comodidades dignas de los que se sacrifican en honor de su bandera.
Como no había colchones, el señor Cabal los ha comprado por su cuenta, ha mandado a bordo una gran cantidad de provisiones y ha dado orden al capitán del vapor para que no ahorre gastos a fin de tratarlos con la consideración que se merecen.
Acompañan a estos desgraciados los doctores Mauricio Hertz y Lemos, lo que viene a reducir más y más el ya reducidísimo número de médicos que por aquí tenemos.
¡Por Dios! Pidan ustedes que se manden médicos.
En la goleta Amalia se están embarcando 1.047 fusiles, 300 cartucheras y 10 cananas de las tomadas últimamente al enemigo.
Pasan de este parque a esa ciudad.
Esta carta les será a ustedes entregada por el joven paraguayo Andrés González, uno de los dos oficiales que se pasó a la escuadra brasileña en los últimos días.
Como ustedes verán, es un joven decente y en cuya palabra se puede tener entera fe.
Ha permanecido diez días en el Apa.
En la declaración que ha dado al vizconde de Tamandaré, lo principal que le ha dicho es lo siguiente: “en Humaitá no hay arriba de 100 cañones de varios calibres, el mayor es de 68” .
Las baterías de Curupaytí están construidas como para hacer frente a un combate en tierra, principalmente una nueva a la que se ha dado el nombre de Encuruzú .
El canal del río se ha obstruido, echando a pique 5 goletas y el vapor Flying-Fish, todos cargados de piedra.
De su escuadra, López no tiene sino 5 buques armados.
En las baterías de Curupaytí, no hay sino 10 cañones, dos de 68, dos de 32 y el resto, piezas volantes.
López tiene su cuartel general entre Humaitá y las trincheras.
Según calcula el joven González, los paraguayos tendrán de 60 a 70 piezas y como 20.000 hombres de pelea.
Su opinión es que pelearán hasta el último momento.
De caballos López está muy mal, llegando la poca caballería que tiene a verse obligada a montar en yeguas.
Es lo más importante la declaración de este joven.
Por lo demás ustedes mismos pueden preguntarle lo que les interese.
Ultima hora:
Al cerrar esta carta, sé de un modo positivo, que el ataque debe efectuarse entre el sábado 1 y domingo 2 de septiembre.
De Itapirú se han hecho salir todos los enfermos y heridos que había, quedando libre los transportes para recibir los que haya.
Me guardaré bien de decir a ustedes la forma en que el enemigo va a ser atacado, limitándome tan sólo a decirles, sin que, en esto, creo que haya imprudencia, que los generales Mitre y Flores no están de perfecto acuerdo respecto al punto en que el enemigo debe ser atacado en las líneas que ocupa.
Me despido en la esperanza de que mi primera le anuncie una gran batalla y por consecuencia una gran victoria.
Falstaff
2 de septiembre de 1866.
Fecha válida
1866-09-02