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“Teatro de la guerra. (De nuestros corresponsales)”

Item

Código de referencia

AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº000

Fechas

24-08-1866

Título/Asunto

“Teatro de la guerra. (De nuestros corresponsales)”

Nombre de publicación/Lugar

La Tribuna - Buenos Aires

Alcance y Contenido

Artículo publicado en La Tribuna el 24 de agosto de 1866, p. 2, 3ra columna. Sección: "Teatro de la guerra". Carta firmada por Falstaff (seudónimo). La fecha de la carta corresponde al 19 de agosto de 1866. Un coronel y 180 heridos embarcados a Bs. As. Tifus, causa extendida de muerte. Francisco Borges, entre los promovidos dentro del ejército argentino a pedido del presidente. Sin novedades en el campamento. Un norteamericano allegado a Mansilla se pasa al bando paraguayo. Viaje del ministro brasileño Octaviano a Itapirú para pasar revista del ejército y probablemente acordar ataque con otros generales aliados. Envío de dinero del tesoro brasileño a Octaviano.

Idioma

Español

Firma /Seudónimo

Falstaff (Seudónimo atribuido a Lucio V. Mansilla/Héctor Varela)

Nivel de descripción

UD Simple

Volumen y Soporte

1 ejemplar - Digital

Tipología documental

Artículo

Nombre del creador

PIP Mansilla

Nota de investigación

Francisco Borges será el abuelo de Jorge Luis Borges

Existencia y localización de originales

Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"

Transcripción

En el Libertad han sido embarcados los restos del coronel Esteban García y 180 heridos. Revista del ejército brasileño. Quizá los generales aliados decidan el ataque. El general Flores ha dicho que se separará si éste no se produce. Motivos de conversación en el ejército argentino. Proveedores. Ascensos de varios jefes.
Corrientes, 19 de agosto de1866.
Esta va por el Libertad.
Les lleva un triste presente: el cadáver del benemérito coronel Esteban García, una de las víctimas generosas que cuesta ya a la República Argentina la rendición del Paraguay.
Para que el cuadro poco halagüeño que presenta el Libertad sea más completo, van también 180 heridos.
Recíbanlos como se merecen, y hagan al valiente García la honra a que se ha hecho acreedor este hermoso tipo de lealtad y la hidalguía.
La cosecha de noticias no puede ser más pobre.
Como les anuncié a última hora en mi carta del 17, ayer a las 5.00 de la tarde salió para Itapirú el consejero Octaviano.
Comprendo que la simple noticia del viaje poco les importa en esa, y que lo que ustedes desearán será saber a qué va.
Allá voy.
En primer lugar el ministro del Imperio va a presenciar una revis- ta del ejército de Porto Alegre, acampado en las pintorescas lomas de Itapirú .
Ese ejército consta de seis mil y pico de bayonetas. Algunos le dan diez mil.
Esto es falso, y ustedes que conocen la exactitud de mis datos deben creer lo que les digo.
Después de la revista, Octaviano siguió al campamento, a consecuencia de una carta del general Flores en la que le significaba el deseo de hablar con él. Con este motivo supongo que los generales aliados hablarán del plan de ataque que combinan a bordo del Apa los señores Polidoro, Porto Alegre, Octaviano y el famoso Tamandaré .
El general Flores dijo ayer mismo a un caballero que lo fue a visitar, “que estaba decidido a separarse del ejército el día 30 de este mes, pero que si hoy o mañana le decían que para los primeros días de septiembre se hacía algo, se demoraría hasta el 9 o 10 de este mes”.
El consejero Octaviano le mandó anteayer una carta al Emperador contestandola del general en la que le manifestaba su intención de retirarse.
Ignoro lo que su majestad le dirá, pero en mi primera se los diré con toda certeza.
En el campamento no ha habido novedad desde mi última, salvo las guerrillas de ordenanza y algunos cañonazos con que los paraguayos interrumpen la monotonía de esta existencia de inacción que tanto mortifica.
El Chacabuco, que como dije a ustedes llegó aquí el 15, aún no ha bajado a tomar los buques con caballos que dejó en Empedrado.
Indigna ver la poca voluntad con que algunos hombres llenan sus deberes.
Los señores Cabal y Benítez se proponen ir llevando a Buenos Aires a veinte heridos en cada uno de sus vapores, sin cobrar un solo real por ese transporte.
Es un paso que mucho les honra, y que considero de la mayor conveniencia, pues parece indudable que el estado de la atmósfera de estos hospitales es fatal para los heridos, que están muriendo casi todos del tifus, como ha sucedido al bravo coronel García.
Hay varias cosas que en este momento sirven de tenor a las conversaciones del ejército: entre ellas la pasada al campo enemigo del norteamericano que vivía en la carpa del comandante Mansilla, y la injusticia cometida con el capitán Sáenz, que en el campo de batalla tomó el mando del bizarro 2° de línea.
Sobre el primero de estos hechos, es decir, la ida al campo de López del individuo yanqui que estaba con el mayor Mansilla, son varias las versiones que corren en el campamento, no faltando quien asegura que se ha ido por encargo y en comisión del señor ministro americano, que tan enfadado se fue de aquí, porque no lo dejaban pasar.
Es de tan poca importancia la cuestión que no quiero detenerme en ello.
Vamos a la otra.
En el sangriento combate del 18, cayeron heridos los dos valientes jefes del 2° de línea, Orma y Borges.
En el acto tomó el mando de ese afamado cuerpo el capitán Sáenz, a quien le correspondía por su antigüedad.
Creían todos que ese valiente joven seguiría al frente de un puesto, que de hecho y de derecho le pertenecía; pero cuál no sería la sorpresa de todos al haber visto que el general Emilio Mitre le ha quitado bruscamente el mando del batallón y se lo ha dado al coronel Palavecino.
Con este motivo, la indignación es grande en el ejército, y el descontento profundo en el batallón, que como es natural, no puede conformarse con que se prive del mando a quien le pertenecía.
Don Emilio Mitre sabrá lo que ha hecho.
A Partir de mañana, empiezan a proveer el ejército brasileño los nuevos proveedores Lanús y Lezica, reemplazantes de Cabal y Benítez.
Este asunto ha dado margen a grandes charlas.
Yo nada digo. Oigo Y callo …
El tesorobrasileño de aquí, espera con impaciencia la llegada del transporte Leopoldina en que vienen 100.000 libras al señor Octaviano.
Ya saben ustedes que aquí no se habla sino de esterlinas.
He sabido de algunas de las promociones pedidas por el señor Presidente.
Son estas:
Para coroneles, los tenientes coroneles Orma, Charlone y Roseti.
Para coronel de la Guardia Nacional, el teniente coronel Mateo J. Martínez.
Para tenientes coroneles, los comandantes Francisco Borges, José Pipo Giribone y otro que no recuerdo.
Al comandante Juan Carlos Boerr, se lo asciende de un golpe a teniente coronel de línea, distinción que creo merecida, aunque no faltará quien la critique.
Esta tarde sigo para Itapirú, a conocer el resultado de la ida de Octaviano que les comunicaré .
Falstaff
24 de agosto de 1866.

Fecha válida

1866-08-24