Saltar al contenido principal

“Ensayo. Sobre la novela en la Democracia. Juicio crítico sobre la Emilia de R. el Mujiense. II. ”

Item

Código de referencia

AR-BN-PIP-CLVM-PRE-lt-Nº0409

Fechas

25-11-1863

Título/Asunto

“Ensayo. Sobre la novela en la Democracia. Juicio crítico sobre la Emilia de R. el Mujiense. II. ”

Nombre de publicación/Lugar

La Tribuna - Buenos Aires

Alcance y Contenido

Artículo publicado en La Tribuna. Sección: Literatura nacional. Primera página, columnas 2 a 6. Retoma dedicatoria a su amigo Rufino Varela. Comienza “(Continuación)”. Apartado II del ensayo. Recorre una serie de autores que presenta como centrales para cada una de las épocas: Homero, Demóstenes, Virgilio, Cicerón, Dante, Tasso, Camoens, Ercilla, Voltaire. El genio opera cuando la patria o la libertad son oprimidas. A medida que las sociedades humanas se democratizan también lo hacen las letras perdiendo su carácter de grandeza homérica. No hay escritores ni artistas en el presente que igualen a los pasados pero sí hay más cantidad de ellos. En cambio, superioridad de los historiadores y de los científicos actuales. Comprobación mediante los casos de Inglaterra y Estados Unidos. Caracterización de la civilización pujante de este último país. Inexistencia de la poesía lírica y el poema épico. Centralidad del periodismo y el libro didáctico. Ensayo de novela: La cabaña del Tío Tomás. La democracia estadounidense carece de materiales adecuados para componer una literatura nacional. Diferencia con Europa. Estado de la democracia. Fuerza asimilacionista de la democracia que la vuelve apta para América. Singularidad de sus muchedumbres con respecto a las europeas. Particularidad del gaucho en Buenos Aires y su desaparición. Homogeneización de las costumbres democráticas. lugar de la novela. Finaliza “(Continuará)”

Idioma

Español

Firma /Seudónimo

Lucio V. Mansilla

Nivel de descripción

UD Simple

Volumen y Soporte

1 ejemplar - Digital

Tipología documental

Artículo

Nombre del creador

PIP Mansilla

Nota de investigación

Esta serie de artículos fue recuperada por Pablo Darío y Crespo, Natalia (2013) en la Revista de Literaturas Modernas, Vol. 43, no. 2, p. 117-151, "Mansilla, Lucio Victorio. “Ensayo sobre la novela en la Democracia o Juicio crítico sobre la Emilia de R. el Mujiense”. Ed. crítica a cargo de Pablo Colombi y Natalia Crespo.

Existencia y localización de originales

Original en poder de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"

Transcripción

ENSAYO
SOBRE LA NOVELA EN LA DEMOCRACIA
Ó JUICIO CRÍTICO SOBRE LA EMILIA
DE R. EL MUJIENSE
Por Lucio V. Mansilla.

A SU AMIGO RUFINO VARELA.
(Continuacion.)
II.

Si me remonto á nueve siglos antes de Cristo, es decir, á una época bárbara aun, casi mitológica, á la época de Homero, el cantor épico por exelencia, encuentro que donde su musa sublime se inspiró, fué en los episodios del sitio de Troya; en las desgracias de los griegos durante él, en la cólera de Aquiles y en la espantosa manera como este héroe tomó venganza de la muerte de su carísimo Patroclo.
Sin Filipo de Macedonia, es probable que Demóstenes no hubiere tenido ocasión de hacer oir esa imponente voz, cuya elocuencia singular, vibrando en el oido de cien jeneraciones á los coetaneos conmueve todavía. Pues, parece ser uno de los caracteres de la elocuencia parlamentaria que sobre los tiranos ó la patria en peligro la despierten.
Virjilio, que es á los latinos lo que Homero á los Griegos, buscó en la cuna de Roma y en las monumentales antiguedades de la Italia, los materiales para los doce preciosos cantos de la Eneida, librada de las llamas por Augusto, ese Mecénas de su época, bajo cuyo tutelar reinado consolidáronse las conquistas de la República, restablecióse la paz interior y florecieron las bellas letras y las artes en todo el imperio. La república habia sido demasiado austéra y la administracion de Augusto era demasiado paternal, para que el insigne poeta se inspirára en ellas, de manera que fué un personaje casi fabuloso, el piadoso Eneas, quien su mente cautivó.
Ciceron, que en punto á elocuencia corre en línea paralela con Demóstenes, hubo menester para derramar los tesoros de su inimitable verbosidad y de su facundia sin igual, que un conspirador como Catilina intentará destruir á sangre y fuego la soberbia Roma.
Dante el católico, tan divino como su comedia, tan tético8 como las sombras de la eternidad, ha tomado la historia de Italia, y de sus mas negras escenas ha hecho sucesivamente la escala y el andamio para descender y subir alternativamente ora á los últimos circulos de su infierno pavoroso, ora á los limbos oscuros del purgatorio, ora á las frescas, serenas risueñas y balsámicas regiones del paraiso.
Tasso, cuyas desgracias le hacen doblemente simpático, busca en la mas grandiosa epopeya del cristianismo los materiales para su Jerusalen libertada.
Camoens el desdichado, sobre cuya tumba la posteridad ha escrito este dístico eterno, que traduzco del sonóro y melifluo portuguez: [“]Vivió pobre y miserablemente y así murió”,— Camoens, va á recoger en mares ignotos y bravíos los materiales a sus Luciadas, poéma pintoresco y hermoso, que los elementos le disputan en su naufragio como si de su grandeza envidia tuvieran.
Ercilla, tan valiente poeta, como soldado valeroso, cruza los remotos é hiperboreos mares y en los valles y en las breñas y en los bosques virgenes y seculares de la austral Araucania, y en las escenas de la cruenta y ropaz9 conquista encuentra inspiración para su estro inmortal y peregrino.
Voltaire no halla nada digno de su rima en el siglo que balbucea el lenguaje de la revolucion, y es á la ojeriza de la Liga y el furor de los partidos desatados por la discordia á los cuales recurre para cantar al héroe que reinó sobre la Francia por su cuna y por su brazo,—et par droit de conquéteet par droit de naissance.
Como se vé, todo se encadena, todo se liga, sin necesidad de multiplicar los ejemplos puede decirse que el pasado lo mismo que el presente solo es fecundo para la epopeya cuando la humanidad lucha, sufre ó se destroza.
Y es un hecho muy singular, aquel que enseña que el jénio, el heroismo y la abnegacion nunca brotan con tanta fuerza como cuando el pensamiento, la patria ó la libertad yacen oprimidos, buscando cuando este no es el caso su inspiración en la historia de los dolores, de las grandezas y miserias de la humanidad.
Asi, todo mito tiene su Homero;
Todo tirano su Demóstenes;
Todo conspirador su Ciceron;
Toda teolojia su Dante;
Toda epopeya su Tasso;
Todo santo su hoguera,
Y Jesu Cristo, que es el mártir de los mártires, el filósofo de los filosofos, el ejemplo de los ejemplos, el colmo de la heroicidad en la tierra, —Jesu Cristo tiene su cruz,—la cruz, que es el símbolo de los símbolos el nec plus ultra de los emblemas.
Diríase que cada virtud se reconcentra en un elejido, y que de allí brota como un resplandor vivísimo que á todos ilumina.
Pero á medida que el mundo se civiliza, con arreglo á los verdaderos principios del evanjelio; ó en otros términos, á medida que las sociedades humanas se democratizan, esto es, á medida que por los altos ejemplos de abnegacion y virtud se entronizan la santa igualdad,—asi tambien las letras se democratizan á su vez, perdiendo ese carácter de grandeza homérica que solo han podido darle los recuerdos épicos del pasado, y que en nuestros dias no es la fisonomia descollante de la humanidad, mucho mas práctica y positiva ahora que antes en sus empresas y especulaciones.
Es por esto que una de las mas altas aspiraciones de la Democracia es preparar á los hombres para el ejercicio de todas las virtudes,—á fin de que no haya primeros ni últimos cuando se trate de pelear por la justicia, el derecho y la libertad, trinidad que debe constituir el credo político de todo aquel que pretenda ser honrado con el título de ciudadano en una república democrática debidamente ordenada.
Y es por esto también, que al paso que las sociedades modernas van perdiendo su fisonomía feudal y aristocrática, la poésia, la elocuencia, la pintura y la escultura van dijenerando10 á su vez.
No hayen ninguna parte del mundo un orador que se parezca a Demóstenes ó se equipare á Cicerón, que vivieron en una época infinitamente inferior en grandeza y civilizacion á la nuestra, pues, Mirabeau y O’Connell, que han muerto, no les igualaron aunque como ellos rayaron en lo sublime, en lo patético y grandioso. Pero en cambio, en una asamblea inglesa ó francesa de nuestros días hay mucha mayor suma de intelijencia, buen sentido é ilustracion que en la plaza pública de Atenas ó en el Senado Romano.
Si de la elocuencia pasamos á la poesía, encontraremos que la literatura moderna, propiamente dicha, la literatura del siglo XIX, del siglo que por autonomacia11ha sido denominado de las luces,— no tiene un Homero, ni un Virgilio. Pero en cambio brilla en el horizonte una pleyade de cantores mayor q’ en ninguna época de la antiguedad.
En la pintura y escultura sucede idéntica cosa. Ni Fidias, ni Praxiteles tienen rival, así como no le tienen Apeles, ni Rafael. Pero en cambio su arte divino está mucho mas difundido que en los lejanos tiempos en que ellos florecieron.
Que esta decadencia tendrá su renacimiento es indudable,—ya he dicho cuando vendrá,—y asi como es indudable que la civilizacion moderna descuella sobre todas las demás,—por su génio científico, práctico, observador y analítico. La civilizacion antigua era mas artística, la moderna es mas utilitaria.
Así, el Coloso de Rodas era mas bello que el puente tubular que une la tierra de Gales á la antigua y Sacerdotal Anglesca; pero no mas útil al comercio y tráfico de la Grecia, que este gigantesco puente al comercio y tráfico de la opulenta Albion.
Así, la civilizacion moderna ha producido varios historiadores, come Hume, Sirmondi, Cantu y Thiers, superiores á los de la antigüedad, pues, ni Herodoto, ni Polibio, ni Tácito parécenseles.
Así, la civilización moderna ha producido á Newton y Humbold, que son mas grandes que todos los astrónomos, matemáticos y naturalistas de la antigüedad,—que el mismo Pitágoras, Plinio y Arquímedes.
Y, así sucede que al paso que la Inglaterra es el pueblo que tiene en sí mismo mayores jérmenes de movimiento y libertad, es el menos apto para las artes, para la pintura, la música y la escultura.
Todo es allí grande y severo, útil ó necesario. No busquéis belleza en las formas, ni gracia en los contornos. El gusto es siempre sacrificado á la solidez, y es solo allá por una rareza que se armonizan y combinan.
Pero es en los Estados Unidos del Norte, donde este fenómeno se halla notablemente patentizado, como q’allí es donde la Democracia ha hecho su ensayo mas completo y feliz.
Jamas las pasadas edades presenciaron un desarrollo tan rápidamente portentoso. Aquella tierra casi desierta cien años ha, es hoy un emporio de civilizacion; pero de una civilizacion tan pujante que rivaliza con todas las de la vetusta Europa, sin escepción de ninguna.
La mecánica, el vapor, la electricidad, todas las ciencias exactas en fin, han progresado allí de una manera asombrosa. Y sin embargo, son pobres sus academias, son pobres sus parlamentos, son pobrísimas sus letras, y sus bellas artes tambien. Hay una civilizacion americana, que lanza balas de á doscientas libras, inventando una aleacion de metales suficientemente fuerte para resistir á la instantánea combustion de una pólvora-algodón potentísima; q’construye monitores y vuelve á descubrir el fuego griego, cuyo secreto habíase perdido. Pero no se conoce una literatura americana hablando con propiedad.
La poesía lírica que en todos los tiempos es la forma primaria de la literatura no existe allí. El romance, la balada, la cancion son casi desconocidas: allí el pastor no canta alegremente como en las vegas de la Arcádia. Y en cuanto al poema épico, esta civilizacion tan pujante en todos sentidos no lo ha ensayado siquiera. No tiene en sí misma elementos para ello, y por el órden de ideas que la preocupa, ni en lo antiguo parece hallar cosa alguna que cautive la mente de sus versificadores. Civilizacion eminentemente industrial produce mucho menos de lo que lee. El periodismo en primer lugar, y el libro didactico en segundo;—hé ahí lo que generalmente absorbe la savia intelectual de sus pensadores. Hay que añadir, que, como esta nación ha sufrido poco, no comprende los dolores de las que han padecido las penosas torturas de la barbarie, del despotismo, de la tiranía y de la guerra civil, pues, si hay algo cierto en materia de sentimiento es este verso del célebre Másen Auriás March:
“Qui no es trist de mos dictats no cur,
O en algun temps qui sia trist estat.”
Que Luis de Leon ha traducido así:
“No vea mis escritos quien no es triste
O quien no ha estado triste en tiempo alguno.”
Mas humanitaria que romántica, esa civilizacion ha hecho un ensayo de la novela,—pobre ensayo que conoceis,—La Cabaña del Tio Tomas, cuyos materiales son puramente indígenas, y el cual debe su celebridad al espíritu hostil metropolitano. Fué la Inglaterra la que en Europa lo puso por los cuernos de la luna; la que despues de haberlo hecho pasar por una crítica benévola, hízola traducir é imprimir, enviándola encarecida y recomendada á la América Española.
Orijinal en todo, esa civilizacion ha buscado en el océano, que cruzan sus naves, asunto para la novela, y Cooper, fundando la escuela del romance marítimo ha reavivado en su patria, cuyas costas bañan el dilatado Atlántico y el anchuroso Pacífico, el entusiasmo por la navegación y sus dramas—haciendo á sus compatriotas cada vez mas aventureros de los mares.
Planta lozana exuberante y que con maravillosa rapidez cunde pero á la vez nueva en América, la democracia no tiene allí viejas crónicas, ni caballerescas tradiciones. Sus antecedentes son los de un pueblo austero, eminentemente prosaico y calculador. Así pues, aquella tierra carece completamente de materiales adecuados para construir una literatura nacional. Y es por esto que cuando el mismo Cooper ha querido escribir una novela puramente americana, imitando á Chateaubriand, en la elección de sus protagonistas, ha tenido que apelar á las viejas mohicanas de los encumbrados y frondosos bosques de Connecticut.
En Europa pasa otra cosa.
Muy lentamente corre la democracia en el Viejo Mundo; pero camina, y digo Democracia; y me refiero á sus persecuciones, porque la democracia ha sido perseguida toda vez que ha sido perseguida la justicia—hollada la dignidad del hombre— amordazada su lengua, y su cuerpo quemado. Pues que todos esos hechos, bajo cualquier forma que se hayan producido, hoy degollando á Albijenses, mañana á los Hugonotes, despues espulsando á los Indios de España y á los protestantes de Francia, ora quemando á Urbano Graudier, ó dando tormento á Savonarola, son carreras q’ han retardado y retardarán el triunfo definitivo de la IDEA.
Hay que notar tambien, que siendo la forma democrática de gobierno la que mayor fuerza de asimilacion tiene; y la América un país virgen, desierto, inesplorado, que se pobla por la inmigracion de diversas razas, por mas que se quiera hacerlas nacer á todos de un tronco común,—razas, que superponiéndose sobre la aborígene y la indígena á la manera de esos aluviones que cambian, alteran, modifican la cortesa y fisonomía de los terrenos adyacentes á los rios y al mar,—hay que notar, decia, que el matiz de las costumbres nacionales desaparece gradualmente, confundiéndose entre los diferentes tintes exóticos, que de todos los vientos afluyen á esta nueva tierra de promision.
De aquí resulta un fenómeno originalísimo, de que no he oído hacer mención; pero que habreis notado quizá, y es que en América se encuentran ciudades tan populosas como Buenos Aires, por ejemplo, donde no se vé pueblo. Acudid sinó á sus plazas públicas en los grandes días de la patria ó de la relijion, y como en Paris, Lóndres, Madrid ó Viena, vereis en ellos una muchedumbre inmensa y bulliciosa. Pero no una muchedumbre característica, especial; que por sus costumbres y sus usos, que por su traje y fisonomia, se hace notar como la de aquellas grandes capitales, sinó una muchedumbre como la de Nueva York ó Boston, donde todo el mundo usa el mismo traje y anda de la misma manera; donde á la distancia las clases no se diferencian, como en Europa, donde lo ridículo, lo especial ó lo campesino del traje hiere desde léjos los ojos; donde el obrero ostenta su bluza azul, pelgada y ceñida al cuerpo con un cinturon de cordovan, donde realmente existe una verdadera clase proletaria; pero tan desgraciada, que no tiene, como en la antigua Roma, la ventaja siquiera de no pagar impuestos, y cuyo alojamiento suele reducirse á pernoctar en las sentinas, cloacas y alcantarillas de las ciudades, siendo la suerte final de muchos infelices morir asfixiados por los miasmas deletereos que aspiran sin cesar.
Há diez años que el gaucho entraba todavia á las plazas públicas de Buenos Aires, ostentando con satisfaccion los arreos de su pingo, la ancha maya de sus calzoncillos, el peso de sus plateadas espuelas y el largor de su agudo facon. Hoy el gaucho tipo exclusivamente nacional ha desaparecido del todo, y en las calles principales de aquella ciudad llamaria tanto la atencion como en las de Londres ó Paris. Es que las costumbres democráticas van nivelando, igualando y haciendo homojeneo y fraternal, lo que antes no lo era; por que la dictadura tenia su principal punto de apoyo en la ignorancia y barbarie de las masas, es decir en las preocupaciones y en los vicios populares.
¿Es esto un bien ó un mal? Para mi la cuestion no es dificil, de manera que contesto sin vacilar, que es un bien. Suprimid esas desigualdades que comiensan por el traje; pero que tienen una significacion eminentemente inmoral, pues acaban por los derechos politicos y civiles, y habeis suprimido todo fuero, toda prerogativa, toda injusta desigualdad personal, en una palabra, el privilejio, bajo cualquier aspecto que le considereis, en todas sus distintas y variadas formas sociales, autocrático aquí, aristocrático allí, clerical acá, secular allá, capitalista en la ciudad, oficial en la aldea, y por último, semifeudal en los campos donde el hacendado y el paisano, recuerdan aun al señor y al siervo del antiguo terruño.
O, en otros términos, haced esto, y habreis establecido la igualdad, la igualdad, que debe comenzar en la plaza pública, para ser acatada en el tribunal por el juez probo, recto, imparcial, que administra la justicia con equidad; y en todas partes por los agentes de la fuerza pública, de la autoridad constitucional, cuya mision es, hacer ejecutar las leyes sin ofender, ni vejar al ciudadano. Y realizado esto solo subsistirán aquellas desigualdades que se derivan de la naturaleza misma de las cosas; pero que no pugnan con la razon y el buen sentido, ni gravitan odiosamente sobre miembro alguno de la comunidad.
Pero si todo esto es verdad, no lo es menos que la sociedad pierde gradualmente su tipo, por esa especie de transformacion de crisalida que se obra en sus costumbres. De aquí resulta que la novela, esta forma popular de la literatura moderna, pierde á su vez una gran parte de su pábulo, pues las cosas de la tierra cayendo dia á dia en desprestijio mayor, derrotadas por la moda por decirlo asi, la ponen en el caso de recurrir unas veces á lo prestado y otras á lo fantastico, que como todo aquello que raya en lo inverosimil ó maravilloso, es el jenero menos útil é instructivo.
Y hé ahí precisamente el punto á donde pugnaba por llegar.
(Continuará.)//

Fecha válida

1863-11-25