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Sud-América

Fundado por Carlos Pellegrini en 1884 (su primer número se publicó el 5 de mayo), y dirigido inicialmente por Paul Groussac, el diario Sud-América ­apoyó la candidatura presidencial de Miguel Juárez Celman en 1885 y vivió sus años de apogeo convertido en el diario oficial –no sólo portavoz sino foro de su facción política- del Unicato y de los Incondicionales. En términos de Tim Duncan, fue, junto con El Nacional, La Tribuna Nacional, La Nación y La Prensa, entre otros, uno de los “diarios políticos” de la década del 80 en Buenos Aires: ni periódico masivo, como los del siglo XX, ni mero panfleto político, como sus predecesores, sino “un híbrido cuyas finanzas, personal, perspectivas de sobrevivencia e, incluso, estilo, estaban todos estrechamente ligados al sistema político mismo”, esto es, a los círculos políticos a los que, por un lado, proveían lugares de reunión, centros de discusión y reflexión y también estrategias de combate, y de cuya suerte, por otro dependían (“La prensa política: Sud-América, 1884-1892”. La Argentina del Ochenta al Centenario, compilado por Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo, Sudamericana, 1980). Así -precisa Duncan- 1888 y 1889 fueron años cumbre para los juaristas en el Sud-América, cuando el dinero y los contribuyentes eran fáciles de encontrar (el tiraje inicial de 2.800 ejemplares había aumentado al doble en 1887 cuando la influencia y la reputación del diario estaban en su apogeo), a la par del continuo éxito del presidente. Hacia 1890, por el contrario, junto con la crisis y la Revolución del Parque que precipitan la renuncia de Juárez Celman en agosto, el diario empezó a declinar de un modo tal que hacia julio, tanto en su alcance y calidad de contribuciones como en el tono general, “Sud-América tenía poco que ver con lo que había sido sólo un año antes cuando las causeries de Mansilla estaban en boca de toda la ciudad” (Duncan, ibidem). Mansilla, que tuvo un rol protagónico en los críticos días de 1890 como vocero del oficialismo en el Parlamento (fue presidente de la Cámara de Diputados en esos meses), no será ajeno a este desgaste. La posdata que agrega a la última causerie del 28 de agosto de 1890, “La madre y el hijo”, anuncia: “Lector: aquí suspendo por el momento estas causeries... Me despido, pues, hasta que soplen vientos más propicios para las letras (bellas o no)”. En este sentido, y como observa Duncan, la colección del Sud-América “constituye el único testimonio completo del surgimiento y la caída del gobierno juarista narrado por sus principales actores” (ibidem). El diario cambió luego de dueños y su último número se publicó el 3 de septiembre de 1892.
 
Ahora bien, “aunque los diarios políticos existían antes que nada para participar del debate político y para darlo a conocer -continúa Duncan-, aparecían también en ellos otras especies en la forma de novelas en serie, cuentos, noticias sobre duelos y chismes sociales” (ibidem). En efecto, en la sección del folletín, que ocupaba las seis columnas de la primera página del diario, se publicaron las novelas La gran aldea de Lucio V. López y Fruto vedado de Paul Groussac, en 1884, Ley social de Martín García Mérou en 1885, y En la sangre de Eugenio Cambaceres en 1887: algunas de las primeras novelas nacionales de la alta cultura cuya publicación en el Sud-América, sostiene Fabio Espósito, “no debe ser percibida tan sólo como un signo de autonomización literaria, sino también como un instrumento de prensa política”, esto es, como herramientas con las que difundir o defender las posiciones de la facción política que sostiene el diario (“Los folletines del diario Sud-América. Las novelas de los patricios en la prensa política de 1880”. Anclajes, v. IX, n. 9, 2005). En este contexto, y en un momento excepcional de su carrera literaria y política (gran señor del 80, causeur estrella en los salones, personaje célebre en la prensa y líder oficialista en el Congreso, además de uno de los referentes principales de la gran familia juarista del Unicato), Lucio V. Mansilla publica sus “Causeries del jueves” entre el 16 de agosto de 1888 y el 28 de agosto de 1890, en esa misma sección. Con ellas, como observaron Cristina Iglesia y Julio Schvartzman, transformó sutil pero significativamente el espacio del folletín del Sud-América: si hasta 1888 había sido “noticia” en el diario, desde entonces fue el texto de su vida, el que precede y a la vez impregna su literatura, la materia principal de las entregas (“Entre-nos, folletín de la memoria”. Horror al vacío y otras charlas. Editorial Biblos, 1995).
 
En 1889, y en el contexto del éxito que tuvieron, Mansilla comienza a reunir las causeries en volúmenes que titula Entre-nos. Causeries del jueves, y que irá editando Juan Alsina. Interrumpido por la Revolución del Parque de 1890, el plan, que hasta ese momento llevaba publicados cinco volúmenes, debía incluir, según dice Mansilla, al menos otros tres. Aunque constituyeron su material mayoritario, las causeries incluidas en los volúmenes de Entre-nos no fueron solo las del Sud-América (se incluyeron también otras publicadas anterior o simultáneamente en El Nacional, El Plata industrial y agrícola, La Reforma de Asunción, El Siglo, La Tribuna Nacional, Fígaro, todas incluidas en esta Colección digital). En 1963 la editorial Hachette reedita los 5 volúmenes de Alsina, con el mismo título y en un solo tomo; en nota preliminar Gregorio Weinberg da cuenta del hallazgo de Gerardo Fernández Zanotti de los pliegos que habrían integrado el 6º volumen de la edición original, con once causeries que la edición de Hachette, por razones técnicas, se limita a enumerar (en esta Colección se identifican bajo la etiqueta #ENTRE-NOS. TOMO VI). En 1966 Raúl Armando Kruchovski rescata y publica siete de estas entregas, más otras cinco tomadas todas del diario Sud-América, en el volumen Charlas inéditas de Lucio V. Mansilla, en editorial Eudeba. Y entre 1995 y 1997, el equipo de la cátedra de Literatura Argentina I de la Universidad de Buenos Aires, coordinados por Cristina Iglesia y Julio Schwartzman, continúa con la tarea de rescatar y publicar las causeries inéditas de Mansilla y reúne, en dos volúmenes titulados Horror al vacío y otras charlas y Mosaico. Charlas inéditas, en la editorial Biblos, no sólo las cuatro restantes del pliego encontrado por Fernández Zanotti sino otras dieciocho, todas de 1890 en el Sud-América. En esta serie de la Colección digital se recogen íntegramente las “Causeries” publicadas en el Sud-América (incluida “Alberdi”, que Mansilla recogerá luego en su libro Retratos y Recuerdos, de 1894), identificando en cada una, mediante la etiqueta correspondiente, el volumen en que fueron recogidas, sea por el mismo Mansilla en los tomos de Entre-Nos o posteriormente en otras ediciones. Se incluyen además otros varios artículos (principalmente reseñas bibliográficas) que Mansilla publicó también en este diario, durante el mismo período. Sandra Contreras.
 

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