La Tribuna
La Tribuna fue un periódico porteño dirigido por Mariano Varela, cuya primera publicación apareció el 7 de agosto de 1853. Entre sus redactores se cuentan Héctor y Mariano Varela, Juan Ramón Muñoz, y Saturnino Cordova. Como apunta Carlos Galván Moreno en El periodismo argentino, este periódico, continuación de El Progreso, fue uno de los más influyentes de la época debido a su gran número de tiradas, a la variedad de suscriptores y a la cuantiosa lista de sus colaboradores: “este diario adquirió, para la historia del periodismo, el singular galardón de ser, por mucho tiempo, una maravillosa escuela de tipógrafos” (Claridad, 1944, p.198). Según Óscar Beltrán (Historia del periodismo argentino. Sopena, 1943), Nicolás Avellaneda clausuró La Tribuna en 1880 por las publicaciones contra su gobierno y, para burlar la medida, Mariano Varela fundó, inmediatamente después, La Tribuna Argentina, que apareció hasta abril de 1881; en 1883, vuelve a activarse con el título de La Tribuna, hasta el 30 de junio de 1884.
La primera colaboración de Mansilla que hemos registrado en este periódico es “Ensayo. Sobre la novela en la Democracia. Juicio crítico sobre la Emilia de R. el Mujiense. I”. La misma es contemporánea a la serie de participaciones de Mansilla durante la década del 60 en revistas literarias y culturales como La Revista de Buenos Aires y El Correo del Domingo, en las que colabora con traducciones, reseñas, ensayos críticos, escritos sobre táctica militar y textos literarios (como las dos entregas de sus “Recuerdos de Egipto” que escribe desde su guarnición de Rojas y publica en La Revista de Buenos Aires en 1864). En esos mismos años estrena exitosamente en el Teatro Victoria sus obras Atar-Gull. Una venganza africana (1864) y Una tía (1864) y promueve junto con José María Estrada, la creación del Círculo Literario (1864-1866).
Durante el periodo del conflicto bélico con el Paraguay en que se desempeñó como Mayor y luego teniente coronel del ejército argentino en el Batallón 12 de línea (1865-1868), Mansilla publicó en este diario sus coberturas sobre la guerra bajo diversos seudónimos. Con la firma de “Falstaff”, a partir de julio de 1865 y hasta diciembre de 1866, envía correspondencias fechadas desde los frentes de Concordia (Entre Ríos) y Corrientes. Miguel Ángel de Marco, en Corresponsales en Acción (Librería Histórica, 2003), publica una selección de estas correspondencias, atribuyendo el seudónimo de “Falstaff” a la autoría de Mansilla. Intercaladas con estas columnas, entre octubre y noviembre de 1866, aparecen también tres artículos con el seudónimo de “Orión” desde el campamento de Yataytí (publicados el 24 de octubre y el 28 de noviembre) y desde el campamento de Tuyutí (publicado el 21 de noviembre). Aun cuando “Orión” era el seudónimo conocido de Héctor Florencio Varela, De Marco, en el libro citado, sostiene que en el ámbito de estas columnas era un seudónimo compartido y especifica que Mansilla se atribuyó expresamente la autoría de estos tres escritos que justifican las conductas militares desplegadas por Bartolomé Mitre durante el asalto de Curupaytí. Desde agosto de 1867, muchas de las columnas pertenecientes a la sección “Teatro de la guerra” comienzan a figurar bajo el seudónimo de “Tourlourou”. En carta del 19 de diciembre de 1867, desde el Campamento de Tuyú-Cué, Mansilla le dice a Domingo F. Sarmiento: “Quisiera hablarle de esta famosa guerra. Pero como no me bastaría una resma, me remitiré a un tal “Tourlourou”, corresponsal de La Tribuna.” (Museo Histórico Nacional, carpeta 9, No. 1217). Estos artículos son reunidos en su totalidad por primera vez en esta colección. En el manuscrito inédito Mansilla. De Rozas a París (alojado en el “Fondo David Viñas” de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno), David Viñas se ocupó de muchas de estas columnas, las firmadas por Falstaff y las firmadas por Tourlourou, en el capítulo “IV. Momento. Cartas del Paraguay”: dentro del conjunto de las corresponsalías desde la guerra de Paraguay, que define como una “novela epistolar con dimensiones de río”, Viñas se detiene en el estilo distintivo de Mansilla, como lo hace especialmente en su lectura de la carta sobre Curupaity, datada el 24 de setiembre de 1866 y publicada el 29.
El empleo de seudónimos y de localizaciones apócrifas respondía, según De Marco, a la necesidad de ocultar las identidades de los corresponsales por la publicación de indiscretas críticas hacia los superiores y por brindar información confidencial valiosa para el enemigo. De hecho, a causa de las disputas con el general Juan Gelly y Obes, a mediados de abril de 1868, Mansilla es enviado a Buenos Aires, por lo que dejan de aparecer sus colaboraciones. En el número del 27 y 28 de abril de 1868 se publica un artículo sin firma con el título “El Teniente Coronel Mansilla” en que se refiere su expulsión del ejército. En este mismo texto se confirma que “Tourlourou” es seudónimo de Mansilla: “la presencia de un observador justo, inteligente e imparcial de lo que pasa en el teatro de la guerra no conviene a más de uno, y la primera ocasión que se ha creído propicia ha servido para mandar sus pasaportes a Tourlourou”.
En estas publicaciones atribuidas a Mansilla, además de las descripciones sobre los desplazamientos de las líneas de ataque, los obstáculos en las operaciones militares y las impresiones sobre el accionar de los jefes, son frecuentes los testimonios sobre la escasez de médicos y alimentos, las precarias condiciones de los campamentos y el lamento por las pérdidas, suicidios y enfermedades. Un lugar destacado ocupan aquellas cartas que refieren a los preparativos y ejecuciones de la toma por asalto a las fortificaciones paraguayas en Curupaytí, el 22 de septiembre de 1866, en especial por el fracaso y las enormes pérdidas que supuso para los aliados, obligando a renunciar al Ministro de Guerra de Brasil Tamandaré. En este ataque murieron, entre miles más, Domingo Fidel Sarmiento y Francisco Paz.
Entre octubre de 1869 y abril de 1870 aparecen algunas correspondencias firmadas por Caupolicán, Manco Capac, Atahualpa, Quizquincho y Wincarramanca que se ocupan de los avances del Coronel Lucio V. Mansilla sobre las fronteras de Río Cuarto y Río Quinto. En estas columnas, que anteceden a las entregas de lo que luego será Una excursión a los indios ranqueles y que fueron relevadas por primera vez por Julio Caillet-Bois en “Nuevos documentos sobre Una excursión a los indios ranqueles” (Boletín de la Academia Argentina de Letras, t. XVI, n. 58, enero-marzo 1947), se destacan las descripciones de las condiciones de los terrenos ganados por Mansilla en Río Quinto, la necesidad de colonizar y poblar las fronteras, y la valentía del coronel al trasladarse hacia Lebucó para concretar la firma del tratado de paz en las tolderías de Mariano Rosas.
Caillet-Bois precisa las circunstancias históricas del destino de Mansilla a la frontera Sur de Córdoba a fines de 1868, bajo las órdenes del general José Miguel Arredondo. De acuerdo con este crítico, alejado por Sarmiento de Buenos Aires, Mansilla reaparece en la escena pública a través de las correspondencias de La Tribuna firmadas con diversos seudónimos, “que relatan minuciosamente los trabajos del nuevo jefe, con grandes elogios, para prevenir futuras ingratitudes y abrir el camino a mayores destinos” (ibidem, p.116). A partir del análisis de los informes militares publicados en sucesivas Memorias del Ministro de Guerra (1868, 1869, 1870), da cuenta de las operaciones de avance de la frontera de Córdoba al Río Quinto proyectada desde la capital por el coronel Juan F. Ceztz, de las cuales Mansilla, aunque destacado, era tan solo un ejecutor más. Con todo, Caillet-Bois duda de que las redacciones de estos artículos pertenezcan a Mansilla, por su estilo y porque continúan apareciendo cuando el coronel se encontraba entre los ranqueles. En base a este criterio, incorporamos estas publicaciones entre los Materiales Complementarios relativos a Lucio V. Mansilla.
Por las imprudentes revelaciones sobre las negociaciones publicadas en La Tribuna y, más directamente, a causa de la acusación sobre el fusilamiento sin proceso del soldado Avelino Acosta en mayo de 1869 denunciado por La Nación Argentina, Mansilla es suspendido de su cargo en abril de 1870. En mayo llega a Buenos Aires; “[e]n la inactividad forzosa, Mansilla se puso a componer con los recuerdos de su expedición un libro que la salvaría del olvido y de la presunta injusticia” (Caillet-Bois, ibidem, p.131). La serie de sesenta y seis cartas publicadas en La Tribuna entre el 20 de mayo y el 7 de septiembre de 1870, reunidas por Mansilla en su clásico Una excursión a los indios ranqueles (1870), no se incluyen en la primera fase de esta Colección digital, en la que se prioriza el acceso a sus materiales menos conocidos y/o dispersos en diversos periódicos.
La participación de Mansilla en el diario no termina con ese hito. A mediados de 1879, según lo relata Juan Ignacio Novak, el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, le escribió al gobernador de Santa Fe, Simón de Iriondo, manifestándole su orgullo por la presencia que tenían los cereales argentinos en el mercado europeo (“La historia del presidente que visitó las colonias para asistir a la fiesta del trabajo”. El Litoral, 5 de enero de 2021). Ante esto, y en función de su propuesta de que el hecho debía ser festejado, Iriondo, exponiendo el aval de los colonos y como muestra de gratitud a las autoridades nacionales, invita a Avellaneda al festejo del Patrono de San Carlos, una de las colonias más importantes de la región. Mansilla formó parte de la comitiva que a comienzos de noviembre de ese año acompañó a Avellaneda a esa festividad y al recorrido por la provincia de Santa Fe que el mandatario realizó en función de la misma. En ese marco, Mansilla se desempeñó como corresponsal para La Tribuna enviando una serie de cartas y telegramas que dieron cuenta de la actividad de Avellaneda. A través de los mismos se compone un interesante mapa de las colonias de Santa Fe, sus progresos y fortalezas, a la vez que se construye la imagen de un mandatario celebrado por un pueblo que le agradece su accionar. Renata Defelice, Sandra Contreras y Mariana Catalin.