El Siglo
Impulsado por Adolfo Villant, que se convertiría en su administrador, y con el aval de un grupo de intelectuales del Partido Colorado, El Siglo (1863-1924) apareció por primera vez, en Montevideo, el 1 de febrero de 1863, como diario político, comercial y literario. Si bien su aparición fue en parte resultado de la necesidad del Partido Colorado de contar con un órgano de prensa que, estando fuera del poder, reflejara sus aspiraciones y propósitos, en su primer editorial El Siglo se presentó como un periódico “liberal en política”, que asumía como dogma “la libertad en el orden y el orden en la ley”, y, según informa Daniel Alvarez Ferretjans en su Historia de la Prensa en el Uruguay (Editorial Fin de Siglo, 2008), fue saludado por la prensa montevideana como un diario no identificado como “órgano de un partido” sino como “órgano de política moderada” identificado con “los intereses morales y económicos del país” (p. 181). Su aparición significó además, en la prensa uruguaya, el surgimiento del primer diario que “sin abandonar sus posiciones políticas, intentó asumir decididamente el carácter de una empresa mercantil”, incorporando tecnología de avanzada como la prensa mecánica a vapor y ampliando sensiblemente su lista de suscripción y el provecho obtenido de los avisos (idem, p. 176). Sin embargo, el estallido en la campaña de la revolución encabezada por el general Venancio Flores a los pocos meses de su aparición, en abril de 1863, “desconcertó y frustró a la mayoría de la redacción de El Siglo”, periódico “sin divisa partidaria pero de evidente filiación política” (en su redacción se agrupaban los hombres más representativos del Partido Colorado), y el diario -sigue Ferretjans-, “que no defendía la Revolución pero tampoco la condenaba, se hizo acreedor a la sospecha de subversivo por aquel silencio y el gobierno [de Bernardo Berro, del Partido Blanco] decretó su clausura” (p.177). Fue recién en febrero de 1865, con el triunfo de la revolución de Flores, que Vaillant hizo reaparecer el diario, con un nuevo equipo y una nueva política, y con el impulso de José Pedro Ramírez, periodista de amplia actuación dentro del Partido Colorado y simpatizante de la revolución.
En 1868, y con el objetivo de cooperar con el nuevo gobierno del general Lorenzo Battle, un grupo liderado por José Pedro Ramírez, quien será su director y redactor hasta 1873, compra la empresa editorial a Vaillant, y desde una redacción en la que confluyen también firmas como las de Julio Herrera y Obes y Carlos María Ramírez, en su segunda época El Siglo libra, dice Ferretjans, “una campaña periodística excepcional en la historia política nacional”. Es además -agrega- “el momento en que la personalidad de Ramírez alcanza al frente de los destinos del gran diario el más alto prestigio como publicista y como escritor” (p.184)
Más que un diario, concluye Ferretjans, El Siglo fue una institución política cuya autoridad de tribuna cívica, prestigio e influencia no llegaron a ser superados en el siglo XIX por ninguna otra publicación del Uruguay.
En su Vida de Lucio V. Mansilla (p. 193), Enrique Popolizio enmarca la publicación del “Una huaca. La confesión de un pirata, la crisis presidencial en los Estados Unidos y los gobiernos fuertes según el señor Sarmiento” en la estadía de Mansilla en Montevideo desde los primeros días de enero, “encargado de una importante misión”, según decía El Porteño. El artículo, dice Popolizio, “fue la cáustica respuesta a un escrito de ‘mister Sarmiento’, cuya xenofilia comenzaba a irritarle” y fue transcrito por El Porteño entre el 18 y el 24 de febrero, “haciéndola conocer en Buenos Aires”. Su publicación original en El Siglo de Montevideo se da a conocer en esta Colección. Cabe señalar también que el 18 de febrero de 1877 Lucio V. Mansilla solicita a El Siglo se publique la carta que le dirige al Sr. Olegario V. Andrade (y que había sido publicada en El Nacional el 17 de febrero), refutando su artículo de La Tribuna del 15 de febrero, en que vierte, según Mansilla, informaciones erróneas sobre la historia de Entre Ríos y en particular sobre la referencia a su padre como uno de los caudillos que actuó en esa provincia, junto con Ramírez y Artigas. Sería la primera carta de la prolongada polémica periodística que Mansilla mantuvo con Andrade (Andrade publicando en La Tribuna y Mansilla en El Nacional) y que se encuentra compilada y anotada en forma completa por Horacio Salduna en el libro “Lucio V. Mansilla y la historia de Entre Ríos. Una olvidada polémica con Olegario V. Andrade” (Editorial Dunken, 2003). No se incluye en esta colección mientras no se incorpore la polémica completa sostenida en El Nacional. Sandra Contreras.
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